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Los menores reconocen que pueden comprar alcohol sin problemas

Un estudio del Grupo Universitario de Investigación de la UCA dibuja el perfil de los jóvenes de la provincia

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Dice el escritor José Luis Alvite que con el paso del tiempo dejamos de ser como fuimos para empezar a ser como nos recordamos. Y que entre los 30 y los 40 se opera en nuestros esquemas mentales un cambio fundamental: moldeamos el pasado para hacerlo encajar en el presente. Depuramos la adolescencia, la limpiamos de sombras, maquillamos los errores, olvidamos los complejos. Enterramos todo aquello que puede resultarnos molesto, irritante o doloroso. Los adultos necesitan ‘amañar’ su juventud para educar a sus hijos desde una posición de superioridad. En román paladino: «Yo nunca fui como tú». La máxima, obviamente, lleva aparejado un juicio indirecto: «Yo fui mejor».

De cada generación a la siguiente cambian algunas cosas. Asuntos circunstanciales y estéticos, sobre todo: modas, costumbres, clichés. También hay cuestiones, relacionadas con el contexto social y la influencia mediática, que implican transformaciones más profundas. Se han relativizado algunos valores y se han quedado por el camino un par de miles de millones de tabúes.

Los jóvenes de hoy, por ejemplo, no se comunican igual. Internet les ha revolucionado la parcela. No obstante, dicen los expertos, su perspectiva general ante la existencia, su posición ante el futuro, y su relación con los mayores es casi la misma. Todos los quinceañeros del mundo se han sentido distintos e incomprendidos, han tenido (a la vez) muchas ganas de fiesta y han pensado que sabían más de la vida de lo que en realidad sabían. Son estados de conciencia recurrentes. El que esté libre de pecado...

Según un informe del Grupo Universitario de Investigación Social de la UCA, elaborado en base a 2.200 encuestas, es muy probable que ese chico (o chica) que vive en su casa; o ése al que conoce; o ése con el que sencillamente se cruza de vez en cuando por la calle; consuma alcohol con frecuencia, no sea virgen, pase una media de tres horas y pico diarias delante de un ordenador y se considere un ‘crack’ con la consola.

Conductas de riesgo

El estudio, elaborado tras más de dos años de trabajo de campo, dibuja un perfil de la juventud gaditana que puede sorprender a muchos, sobre todo en aspectos relacionados con los «comportamientos de riesgo» (violencia, consumo de alcohol y drogas y conductas sexuales). A otros, los que mantengan un contacto más directo con la chavalería, todos estos números posiblemente sólo les servirán para constatar sus intuiciones.

El 53,5% de los alumnos de la ESO ha consumido alguna vez alcohol, de los cuales un 69,2% lo hace en la actualidad. La mitad opta por el botellón, pero casi un 37% afirma que su lugar preferido para beber son los pubs y discotecas, a pesar de que, como recuerda José Rodríguez Carrión, director del GUI, «la ley les prohíbe el acceso a estos locales». Un 9,3% reconoce haber tenido algún tipo de problema con el consumo de alcohol, sobre todo por conductas violentas derivadas. Y sólo uno de cada cuatro dice no haberse emborrachado nunca.

En cuanto a la facilidad para conseguirlo, un 33% opina que «nunca» les ha resultado complicado comprarlo, y nueve de cada diez reconoce que la venta a menores se incumple.

Un 6,5% consume drogas, especialmente hachís (7%). El 84% de estos las toma «por placer», y un 16% lo hace «para olvidar». En cuanto a las fórmulas para lograrlas, la mayoría afirma que se las pasa sus ‘colegas’. En relación al tabaco, la edad medida de inicio está en los 12,7 años.

En el capítulo de la violencia, quizá lo más llamativo sea que la mitad no considera violento golpear a un profesor o compañero de clase. Uno de cada cinco ha participado, como autor o cómplice, en agresiones en el centro, y el 34,6% cree que quien las sufre es «porque no sabe defenderse». Casi un 20% dice haberse sentido amenazado en, al menos, una ocasión.

A pesar de todo ello, sólo el 4,1% afirma que no se siente satisfecho de su vida actual. Quizá es porque pasan entre dos y tres horas diarias con la videoconsola.