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Dos operarios de Ferrari retiran del circuito de Abu Dhabi las imágenes de Alonso y Massa sobre el podio. :: AP
Deportes/Motor

Un mal día del matrimonio Alonso-Ferrari

Pese a la pifia de Abu Dhabi, piloto y escudería se muestran satisfechos con el trabajo realizado y se prometen amor eterno El asturiano deja a un lado la decepción para centrarse en lograr el próximo campeonato

JAVIER BRAGADO
MADRID.Actualizado:

Cuando Fernando Alonso recibió la oferta de fichar por Ferrari poco tiempo tardó en aceptar. Al fin y al cabo, el español tenía la posibilidad de entrar en una escudería puntera y con historia para dar un vuelco a un camino profesional que se había ralentizado durante los dos últimos años con Renault. Era la llegada de un príncipe azul que le sacaría de su encierro.

Para el equipo rojo debía ser el momento de superar sus malas experiencias anteriores. «El año pasado ganamos sólo una carrera y eso no puede seguir. Estamos en Ferrari y sentimos el orgullo de defender esta marca tan emblemática», explicaba a principios de año el presidente de la compañía, Luca Cordero di Montezemolo. En Alonso veían el jinete perfecto para liderar su 'cavallino rampante'. Algo que ni Raikkonen ni Massa habían logrado desde que Michael Schumacher se retirara por primera vez.

La unión entre el asturiano y los italianos dio sus primeros frutos en la primera carrera del año con la victoria en el circuito de Shakir. Como si fuera una luna de miel, los implicados celebraban su primer encuentro juntos con júbilo, pasión y éxito en Bahréin. Poco duró el momento dulce de la pareja porque los resultados de los siguientes grandes premios resultaron decepcionantes tras el fulgor de Asia.

Accidentes, trompos y roturas del motor aventuraban una relación difícil para Alonso en los primeros meses como buque insignia de la escudería más laureada de todos los tiempos. Algo no funcionaba y el asturiano se empleó más a fondo en el desarrollo de un monoplaza. Todavía confiaba en ganar el campeonato y se esforzaba en trasladarlo a todos los miembros de Ferrari.

No había problemas de compatibilidades ni de celos. «Fernando, tú eres el típico piloto de Ferrari. Luchador al volante, con corazón de león, apasionado de las carreras y un competidor implacable», le había dicho públicamente el mandamás de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone. Ni siquiera había celos de su compañero, Felipe Massa, «porque es una persona muy sencilla con la que es muy fácil llevarse bien», según Alonso, conocido por sus nada disimulados enfrentamientos con Lewis Hamilton en su efímero paso por McLaren-Mercedes.

Relación más cercana

El español tomó medidas para evitar la crisis. Se mudó a Lugano (Suiza) para acercarse a la fábrica de Maranello, pidió un volante más sencillo y los italianos cerraron la adaptación del doble difusor que había inventado Red Bull.

Durante su estancia en Oxford había visitado con frecuencia las instalaciones de Renault en Enstone y ahora repetía el procedimiento con Ferrari en la frontera italiana. Con el paso del tiempo comenzaron a conocerse mejor y a buscar los puntos fuertes de la alianza. «La mentalidad española y la italiana se asemejan bastante, así como también el estilo de vida. Compartimos pasiones», avisaba Alonso antes de darse por vencido para el período final de la temporada.

Los esfuerzos y la determinación de ambos fueron recompensados con una nueva victoria en Alemania, donde los Red Bull seguían demostrando ser los más rápidos pero con el talón de Aquiles de la fiabilidad. Desde entonces, la trayectoria del asturiano se disparó y terminó con cuatro victorias en las últimas cinco carreras para ascender al puesto de líder. Se presentía como el paso previo a la vuelta a la felicidad de la pareja, pero en Brasil no pudo cristalizar por la manifiesta superioridad de Red Bull, que esta vez supo sobreponerse a los errores infantiles que les privaron de ganar antes un campeonato que tenían en su bolsillo.

Para la última carrera bastaba con interponerse entre los pilotos de la bebida energética. Todo apuntaba bien con su salida del tercer puesto y las opciones casi descartadas de Mark Webber. Los prometidos se miraban con complicidad y los amigos preparaban banquetes y celebraciones para consumar el año de éxito. Sin embargo, la estrategia falló en el desenlace final y todo se vino abajo. Alonso lloró su subcampeonato con sabor a derrota y su pareja le exculpó ante todos los presentes en medio de un día vivido a toda velocidad.

«Despertarse ha sido duro después de la decepción», reconoció al día siguiente el doble campeón del mundo. Pero se ha enjugado las lágrimas, se ha guardado los reproches y ha apuntado a un largo y feliz camino juntos: «Eso me ha hecho enamorarme de Ferrari, hoy más que nunca».