Sociedad

La viuda detrás del gran hombre

Asunción Mateo y Marina Castaño, criticadas por la gestión de los legadosAmbas se han visto obligadas a dejar la presidencia de las fundaciones de Rafael Alberti y Camilo José Cela

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Han tenido el privilegio de compartir su día a día con un Premio Nobel de Literatura, un poeta de la Generación del 27, un escultor de prestigio internacional, un reputado bailarín... y ahora se enfrentan a la responsabilidad de gestionar su legado. La fórmula elegida: una Fundación. Son las viudas de grandes escritores y artistas, herederas de su patrimonio cultural y, como tal, presidentas o directoras de las instituciones que llevan los nombres de quienes fueron sus célebres maridos. En el último año, sin embargo, la polémica también ha hecho célebres a algunas de ellas. Otras, en cambio, han logrado mantenerse en un segundo plano y sacar adelante con discreción proyectos bajo el sello de sus ilustres esposos.

Tres mujeres están hoy en el punto de mira: Marina Castaño, María Asunción Mateo y Susana Rivera. Las tres comparten un perfil: son viudas de tres reconocidas plumas de la literatura española, eran mucho más jóvenes que sus esposos cuando contrajeron matrimonio y las tres han sido muy criticadas por su labor al frente de las fundaciones. Son, como dice Rivera, «las viudas vituperadas».

Ellas se defienden. «Se me ha tratado injustamente», responde la viuda de Camilo José Cela, Marina Castaño. La también periodista ha dejado la presidencia de la Fundación del Nobel y ha cedido su control a la Xunta de Galicia, en medio de acusaciones por lo que muchos consideran una desastrosa gestión económica y un descuido del patrimonio literario del escritor. «Se sabe perfectamente quiénes son las manos que mueven esas plumas periodísticas: determinados partidos políticos y determinadas personas interesadas en desprestigiar», dice tajante.

En su opinión, la Fundación queda ahora en una situación «óptima» al convertirse en una institución pública. «En España no hay cultura de mecenazgo y, por tanto, es imposible mantener una Fundación con carácter privado. No hay más que ver todas las fundaciones de autor: la Lorca, la Azorín, la Max Aub. Todas, absolutamente todas son de carácter público, excepto la que yo presido».

«No somos sumisas»

Desde México, Susana Rivera, viuda de Ángel González, explica el por qué de la «parálisis total» en la que se encuentra la Fundación del autor en Asturias. La polémica se desató tras el abandono el pasado febrero de los tres patronos fundadores y amigos de González: Manuel Lombardero, Antonio Masip y Luis García Montero, que denunciaron la «errática e incomprensible» actitud de Rivera. «No se podía trabajar porque entorpecía todos los proyectos», declara el escritor García Montero.

Rivera responde: «Lo verdaderamente errático, incomprensible, negligente e irresponsable era esperar que yo cediera el legado de un gran poeta a una Fundación todavía inexistente, sin saber cómo se iba a desarrollar ni mantener». Dice que prefiere quedar «como viuda negra» antes que «traicionar» a su marido «para quedar bien con otros»; y por eso se negó a que esa idea saliera adelante.

La hispanista hace piña con las otras viudas en el ojo del huracán. «Cuando no somos sumisas, no obedecemos ciegamente, no nos dejamos engañar o putear, y velamos por el bien del legado e imagen de nuestros maridos en vez de los intereses personales de los que fueron sus amigos en vida, comienzan los ataques y descalificaciones», sentencia.

En su opinión, es la situación que vive María Asunción Mateo, viuda de Rafael Alberti. Ella prefiere guardar silencio tras su dimisión como presidenta de la Fundación del poeta, en El Puerto . Su salida tras 17 años al frente y la falta de fondos para cumplir con los fines que recogen los estatutos de la institución, llevaron al patronato de la Fundación Alberti a anunciar su extinción y su reconversión en un centro cultural dedicado a la vida y obra del gaditano.

Pero Mateo ha estado en el centro de la polémica desde hace años. Amigos del autor de 'Marinero en tierra' la han acusado de alterar el contenido de algunas publicaciones y de no velar por los intereses de Alberti. «El Puerto no va a perder mucho», admite García Montero. Asegura que Alberti «ha tenido muy mala suerte con sus herederos» y que las cosas «cambiaron muchísimo» cuando en la vida del poeta se cruzó su segunda esposa. Mateo no contesta a estas acusaciones. Eso sí, fuentes próximas a la familia defienden su labor y recuerdan que la viuda de Alberti ha desempeñado su cargo de manera «totalmente altruista» -sin sueldo-, que la institución «ha crecido y se ha ampliado partiendo de cero» y que a sus 66 años Mateo «tiene derecho a jubilarse».

Buenos ejemplos

Pero estos casos no son la norma. Muchas otras fundaciones de carácter familiar son noticia estos días por motivos bien diferentes. «Mi obligación es defender su obra y hacer todo lo posible para su difusión y que haya más lectores, empezando por los niños», aseguraba recientemente Carolyn Richmond, esposa de Francisco Ayala. Como presidenta de honor de la Fundación que vela por el legado de su marido, hace unos días estuvo al frente de los actos en homenaje al escritor granadino en el primer aniversario de su fallecimiento.

También hace apenas dos semanas que arrancó el Año Gades, doce meses para divulgar la filosofía danzística del genial bailarín con la meta puesta en noviembre de 2011, fecha del 75 aniversario de su nacimiento. Lo organiza su fundación, de la que el propio Gades sentó las bases. A la cabeza colocó a las personas que consideró más oportunas para el cargo, tanto como su hija, María Esteve, presidenta de la fundación; y su mujer, Eugenia Eiriz, vicepresidenta y directora.