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Sebastian Vettel, el campeón más joven en la historia de la Fórmula 1, llora de emoción tras obtener el triunfo en Abu Dhabi. :: AFP
Deportes/Motor

Un heredero juguetón

Vettel proviene de una familia obrera y se declara fan de los Beatles y del humor británico

J. C. J. CARABIAS
ABU DHABI.Actualizado:

El preferido se salió con la suya. Sebastián Vettel ganó el Mundial de Fórmula 1 para regocijo de Dietrich Mateschtiz y Helmut Marko, el dueño de Red Bull y su asesor estrella. Ambos se fumaban un puro y bebían cerveza en cantidades industriales ayer por la noche en el puerto de Yas Marina, a la salud de la desgracia de Ferrari, unos metros más allá. Risotadas alemanas, golpes en el pecho, mentones altos y melenas rubias al viento del desierto.

Es el estilo que ha heredado Vettel, un proyecto de campeón de costumbres adolescentes. A sus 23 años, este piloto precoz, extremadamente rápido, se ha convertido en el más joven campeón de la historia de la F1. Igual que en septiembre de 2008 descubrió el santo grial de la felicidad con su victoria en Monza a bordo de un supersónico Toro Rosso. Su vida es la historia de una herencia. Un chaval sin pedigrí en el automovilismo que creció con las hazañas del héroe alemán del cambio de siglo. Michael Schumacher encendió los ánimos del país con sus cinco títulos consecutivos en Ferrari. Vettel surgió de ese mito.

Hijo de un albañil y de una ama de casa, Vettel se apasionó por los coches con el karting. Creció entre válvulas y motores, entre dificultades de patrocinio y sacrificios familiares, en las categorías inferiores del automovilismo. La BMW, la Fórmula 3 Euroseries..., hasta que en 2007 probó un BMW de la máxima categoría como recompensa a sus éxitos dentro del campeonato alemán.

Captado por el programa de jóvenes pilotos de Red Bull, Sebastián Vettel no ha conocido otro trampolín a la Fórmula 1 que los coches de la bebida energética. Empezó en el filial Toro Rosso y ascendió el año pasado a Red Bull. En tres temporadas y media en la F-1 ya luce anillo de campeón. Y el año pasado fue segundo detrás del imbatible Brawn de Jenson Button.

Apodado en Alemania el 'baby Schumacher', él siempre rechazó la comparación. Gasta demasiado orgullo para que le coloquen en el espejo ante nadie. Amante de los Beatles, admirador de Michael Jordan y Michael Jackson, su principal afición son los Monty Python y las series británicas de humor.