«Aquí el único virgen es éste, y porque es medio tonto»
Confiesan que no hablan del tema con sus padres, y que su principal fuente de información es Internet Sondeo a pie de instituto: el sexo está lejos de ser un tabú para los jóvenes
JEREZ. Actualizado: Guardar«Tío, en serio, ¿tú dónde 'carajo' vives?». Es lógico que a los padres les cueste, que prefieran ignorarlo, que nieguen la mayor. Todos, o casi todos, dirán que son los hijos (y las hijas) de los demás, nunca los propios, los que hunden el listón de la edad de la primera relación sexual hasta los 15,8 años. Pero los informes, asépticos y ajenos a los escrúpulos familiares, dibujan una realidad en la que coinciden pediatras, profesores, investigadores, psicólogos y sexólogos: la media es ésa, intocable y a la baja, entre el final de la ESO y el arranque del Bachillerato, y para hacer una media hay que sumar muchos nombres y apellidos de chicos y chicas concretos, cada uno con su casa, sus valores, sus virtudes, sus defectos, su vida. Las estadísticas abstractas se construyen con gente diversa y real.
Como Chano. «Pues claro que no soy virgen, virgen aquí no queda nadie, menos éste, y porque es medio tonto». El aludido levanta a la vez el dedo corazón y la barbilla. Ser virgen. Ser 'castri', 'torpe', 'gay', no enterarse de nada, jugar en segunda, 'cojear'. La batería de etiquetas es infinita, y todas sirven para marcar la jerarquía de la tribu.
Instituto del sur de Jerez. Ni bueno ni malo. Del montón. Barullo y chiquillería, a las tres de la tarde de un miércoles. Cuesta detener la cuadrilla, aunque sea para hablar de sexo. Y justificarlo. A las primeras de cambio la conversación se convierte en un concurso de vaciles, obscenidades y fanfarronadas. Sólo largan los gallitos del patio. «¡Con quince pavas, chaval, pero a la vez!». Coro de risas. Imposible que se lo tomen en serio. Chano, que no parece muy azotado por las dudas existenciales, resume así su filosofía al respecto: «Una de cada barrio, de cada ciudad, de cada país». Antropología sexual aplicada. Y vuelve a señalar al virgen del grupo: «A ése es que le da miedo». El aludido le pregunta por su padre.
Segundo intento
Fuente del Parque de El Retiro. Viernes por la tarde. Esta vez la cita ha sido concertada a través de una mediadora. Tres chicas y un chico que, no cabe duda, pertenecen al sector 'maduro' del alumnado. Se azoran un poco y miden las palabras. El resultado, salvando las distancias de expresión, es el mismo. Tienen 14 y quince años y dicen que el sexo es tan habitual en la ESO que la estadística del 20% de iniciados les parece corta. En su entorno, confiesan, no se castiga al virgen, aunque gana puntos el que no lo es. Ellas se mantienen firmes. Recalcan que tienen las ideas claras, la información suficiente y que ya son capaces de decidir cuándo, cómo lo hacen y con quién. Eso sí, ninguna habla del asunto con sus padres. Ni siquiera con sus hermanos mayores. Entonces, ¿dónde resuelven sus dudas? Qué sorpresa: en Internet.