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Sociedad

Sin tiempo para confesiones y autógrafos

R. V.
CÁDIZ.Actualizado:

Lo reconoció apenas hace una semana. Desde hace un mes duerme tres o cuatro horas al día. A Mario Vargas Llosa se le nota cansado. Ha sido elegido Premio Nobel de Literatura 2010 y ha ultimado el lanzamiento de su nueva novela, 'El sueño del celta'. Pero, sobre todo, se percibe que está estresado. Pese a su temple y su ritmo tranquilo, el que muestra cuando hace alarde de la palabra medida, no caben silencios en sus maduradas intervenciones. Siempre cortés, aun en las situaciones que más pueden hastiar a quien vive en un corre corre. El acto de ayer duró para el peruano lo que se dilató el acto, esto es, no hubo ni charla posterior, ni festival de saludos, alguno, con suerte, recibiría una confesión. Llegó puntual y se marchó apresuradamente. Con la furgoneta a punto en la puerta. Se cerró de forma fulminante. Ni fotos ni concesiones. Tampoco autógrafos. Las prisas del Nobel son tan apremiantes ahora -iba a coger un vuelo que lo llevaría a Amsterdam- que tuvo que disculparse ante un señor que le pidió que firmase uno de sus libros. Ni siquiera tuvo tiempo para ver de qué título se trataba. «Lo siento, tengo mucha prisa», le respondió al demandante camino al vehículo. Ahí acabó su fugaz pero intensa visita a la provincia.