Observación
Actualizado:En nuestro Museo Provincial, en la sección de bellas artes y en la primera planta a la salida de la sala del barroco europeo según nuestro patrimonio, en la galería que continúa hasta entrar en la de época neoclásica, romántica y costumbrista, podemos admirar unos lienzos, retratos de la reina Cristina, Carlos IV y otros, de los cuales me voy a centrar en uno cuyo autor es Antonio Carnicero. Llega a ser pintor de cámara del rey Carlos IV y de su hijo Fernando VII como ya se sabe. En 1810, junto con Goya, fue obligado a trabajar para Napoleón, pero no es este matiz político el que quiero exponer ahora sino el de Carnicero como pintor. Concretamente por qué, en el cuadro de 'Retrato de un majo' se nota que le falta algo, según mi parecer. Si se fijan, verán que el majo está fumando. Bien, pues qué trabajo le hubiera costado a don Antonio, con su maestría demostrada, utilizar el fondo oscuro del ala de su sombrero para haber plasmado una combustión completa y artística del cigarro que se fumaba, propia de una calada profunda, con sólo una pincelada de gris perla en movimiento ondulatorio ascendente en suave transparencia consiguiendo con ello un mayor realismo. Es posible que si el señor Carnicero viviera ahora y se le hiciera esa observación, diría, sí, es cierto, le falta el humo, pero es que aún no he terminado la obra, o que nos dijera, como dijo el pintor griego Apeles a un crítico espontáneo de su trabajo y de oficio zapatero, «¡zapatero a tus zapatos!».