Dios y ayuda
Actualizado: GuardarLa Junta reducirá las patéticas listas del paro mediante un procedimiento muy sencillo: dejar de llamarle parados a muchos jóvenes y mayores de 45 años que estén en desempleo.
«Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas», dijo Juan Ramón Jiménez. Baste cambiarlas de signo para que parezcan distintas, aunque sigan siendo las mismas. Pagarles 440 euros mensuales a los jóvenes que no hayan encontrado trabajo y a las personas maduras que empiezan a tirar a podridas porque han perdido el que tenían pertenece a las obras de misericordia, pero también participa de los mecanismos estatales para prevenir los disturbios. Estas medidas, que me apresuro a decir que me parecen muy bien, están pensadas para que nadie nos meta la mano en el plato. No estoy muy seguro de que si cambia el Gobierno, obedeciendo a las estadísticas, sobrevivan estas ayudas. Lo más probable es que sean reemplazadas por el conocido eslogan de «que Dios nos ampare».
Coinciden las críticas de este proyecto con las que ha suscitado la llamada «guerra de los crucifijos». La Junta de Extremadura, donde en un tiempo nacían los dioses, ha ordenado la retirada de los crucifijos de algunas aulas de colegios públicos, donde estaba la imagen del que para muchos sigue siendo Dios. Otra vez estamos a «cristazo limpio». Nuestra milagrosa conversión al laicismo encuentra una vez más la resistencia de los fanáticos. Sin la figura de Jesús de Nazaret, al margen de las creencias de cada cual, seguiríamos mordiéndonos todos. Es así y andamos a bocados después de veinte siglos. ¿No hay cosas que reclaman una reforma más urgente que impedir que Dios -lo que muchos llaman así- se suba por las paredes? La falta de talento por la convivencia, que se basa en el respeto, se empeña en batir plusmarcas antiguas que creíamos insuperables. Ningún agnóstico entrará nunca en esa guerra.