Un motín en una cárcel brasileña deja 18 muertos tras la liberación de los rehenes
RÍO DE JANEIRO.Actualizado:Al menos 18 presos murieron en una cárcel de la ciudad brasileña de Sao Luis durante un motín que duró cerca de 30 horas y en el que los reclusos mantuvieron como rehenes a seis guardias, uno de los cuales resultó gravemente herido, según confirmaron fuentes oficiales. Los amotinados, que ayer por la mañana habían dejado salir de la prisión a dos de sus rehenes, liberaron posteriormente a los otros y entregaron las armas tras una negociación en la que mediaron un juez y un pastor evangélico.
Los presos asesinados, tres de ellos decapitados, fueron víctimas de ajustes de cuentas entre bandas rivales de internos en dos de las seis unidades que integran el Complejo Penitenciario de Pedrinhas, el mayor centro carcelario de Sao Luis, la capital del estado amazónico de Maranhao al norte de Brasil. Quince de las víctimas estaban recluidas en ese centro, destinado a los condenados más peligrosos, y las otras tres en la Penitenciaría de Pedrinhas, en la que algunos tienen derecho al régimen semiabierto.
Tras la liberación de los últimos rehenes, la Policía Militar de Maranhao ocupó las dos unidades y decomisó a los reclusos una pistola y dos revólveres. Los líderes de la rebelión habían autorizaron en la noche del lunes la retirada de nueve cadáveres. Horas después permitieron la salida del guardia carcelario que tenía heridas de bala en uno de los brazos y en la espalda, y que fue sometido ayer a una delicada cirugía. Otros seis cadáveres fueron encontrados dentro de la misma unidad tras el fin del motín.
La rebelión estaba limitada inicialmente al Presidio de Sao Luis pero se extendió a la Penitenciaría de Pedrinhas, en donde un tiroteo en la mañana de este martes dejó tres muertos.
Los presos rechazaron inicialmente los intentos de negociación emprendidos por la Policía, por lo que la gobernadora del estado, Roseana Sarney, pidió ayuda al ministro de Justicia, Luiz Paulo Barreto, que reforzó el cerco a la cárcel con miembros de la Fuerza Nacional de Seguridad.
Los amotinados solo aceptaron las negociaciones con la llegada del pastor evangélico Marcos Pereira y del juez Marcelo Lobao, que transmitieron la promesa de la dirección del presidio de promover mejoras en el abastecimiento de agua y en la alimentación. Los presos, que inicialmente no tenían reivindicaciones ya que su objetivo supuestamente era huir, lo que fue frustrado por los guardias, exigieron la separación de internos que pertenecen a grupos rivales, la aceleración de los procesos judiciales y mejoras en la alimentación.