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Viabilidad

JAIME PASTOR
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Esta es la palabra clave del momento: viabilidad. En principio, tiene un significado amable: vía, camino. Pero acabaremos asociándola a camino cerrado, a vía muerta. Y es que no hay recorte, ajuste, tijeretazo (siempre de los salarios, de las prestaciones, de las ayudas, de los derechos.), que no se haga invocando la viabilidad. Donde haya un derecho adquirido, una prestación merecida, un salario decentito, una ayuda en justicia concedida., allá estará la ingeniería de la viabilidad para justificar todo tipo de tropelía. Se veía venir. Los tiempos, ahora con la crisis, están ya maduros para imponer el Estado del Malestar. Así que recorte, ajuste, tijeras.

Para garantizar la viabilidad de las pensiones, por ejemplo, empecemos por congelarlas, y mañana ya veremos. El empleo será viable si facilitamos el despido fácil. La empresa será viable si de antemano queda garantizado el beneficio, eliminando lo genuinamente empresarial, que es el riesgo. La viabilidad de los salarios tiene mucho que ver con su progresiva disminución. Esta, esa o aquella plantilla puede ser viable, pero a cambio de despedirla prácticamente entera. El contrato de trabajo puede tener viabilidad, siempre que sus cláusulas garanticen la sumisión del trabajador. El Estado de Derecho es viable aún, pero si la ciudadanía no es demasiado exigente. La viabilidad del sistema, en fin, requiere que nos abstengamos de presentar «enmiendas al paradigma».

Malo, malo. Malo que la viabilidad de todo sólo se contemple previa poda de algo. ¿A qué viene esa obsesión por la tijera? ¿No se ha dicho que en tiempos de crisis hay que ser positivos? Pues empecemos: repartamos, y no acaparemos, los bienes que son comunes, puesto que han sido generados por toda la sociedad y no sólo por quienes se apropian de ellos. Favorezcamos, y no recortemos, el crecimiento y la calidad de la democracia, que a este paso todos «súbditos democráticos». Antepongamos, y no pospongamos, la dignidad de la gente al criterio de la productividad.

De lo que se trata, en definitiva, es de hacer viable una sociedad en la que se trabaje para vivir y no en la que se viva para mendigar trabajo, como parece ser la sociedad que se nos viene encima. Ello sólo será posible reduciendo el egoísmo y ampliando la justicia. Todo lo demás, a la larga, resulta ser inviable, es decir, puro darwinismo social, feudalismo, ahora informatizado.