ESO NO SE TOCA
Actualizado:Ser viejo en España es sinónimo de menesteroso. En «la última vuelta del camino», que decía don Pío Baroja, faltan las fuerzas, disminuye la voluntad y renquea ese compañero de toda la vida que llamamos cuerpo. Nos obliga a ser su ATS. Quienes no le hemos hecho mucho caso, más que en algunas urgencias, debemos dedicarle atenciones al decrépito amigo que empezamos a tratar desde nuestra más tierna infancia. Del alma sabemos muy poco, aunque se sospecha que consistía en un fluido intemporal, que es mucho suponer, pero nuestro cuerpo, el de cada uno, porque aquí no hay corporativismo, presenta al final su libro de reclamaciones. Con la vejez no se juega y el difuso Gobierno está usando la caja de las pensiones para bajar el déficit público. Que nadie toque esa caja, que ya no está llena, pero todavía no se le ve el culo.
Nada más difícil que administrar bien lo que no se tiene. El Gobierno ha decidido rebajar de golpe en 200 millones de euros su aportación para el año que viene a las pensiones mínimas. ¿Tendrá tiempo para proseguir esa conducta en años sucesivos? El único sistema apropiado para librarse de pagar a los viejecitos es que vayan muriendo. Si insisten en permanecer vivos fallan las cuentas.
Para que salgan lo mejor es no hacerlas, pero quizá el peor sistema, aunque venga siendo el habitual, sea el de meter la mano en la caja y endosarle el déficit a la Seguridad Social, también conocida como la caja 'bis' del Estado. Desgraciadamente, los viejos no se manifiestan. Algunos se movilizan cuando viene el Papa, por solidaridad con su edad, ya que no por sus dificultades para subsistir, y otros porque saben que es inútil. Contra las pensiones mínimas hay muy poco que hacer. Contra las pensiones mínimas hay muy poco que hacer. Gobernar quizá haya sido siempre el arte de saber hasta dónde se puede abusar de los débiles.