El arte de la provocación
El derecho a la creatividad cuando vulnera otros derechos debería pasar a un segundo plano
Actualizado: GuardarASerbian film', película exhibida en el Festival de Sitges y bloqueada judicialmente de forma preventiva en el de San Sebastián, 'Calle 13', está en el centro del debate sobre qué es arte y qué es provocación; si existen o no líneas rojas en la creatividad; si la moral y las leyes pueden constituir una frontera para el arte de ruptura. El director de la cinta, Srdjan Spasojevi, desciende a los infiernos del sexo aberrante, de la violencia de género y la tortura, con padres y bebés, embarazadas y recién paridas con una crudeza espeluznante. Adultos ojeadores de festivales, mineros curtidos en busca de piezas cinematográficas con que sorprender a un público ávido de novedades que se aburre de todo, se han desmayado durante la proyección. Otros no han resistido el espasmo del vómito frente a las imágenes.
En plena cruzada contra la pederastia, cuando las redadas de traficantes de archivos pedófilos son casi diarias y los policías vigilantes de la Red se estremecen ante las aberraciones que tienen obligatoriamente que visionar, Spasojevi se atreve a poner algo semejante, probablemente mucho más extremado en la gran pantalla, pasearlo por prestigiosos festivales y envolverlo todo en la metáfora de su desgraciado país. Es decir, un director de cine que no ha encontrado otro camino para denunciar la corrupción y la degradación moral que recurrir a una especie de archivo de contenido abyecto como metáfora de la realidad serbia. ¿Pero se ha preguntado si el propio soporte no es la corrupción en sí misma? Algunos pueden albergar la duda de que el objetivo de un montaje tan explícito, tan crudo, tan realista es llegar a un público que gusta de contemplar la depravación... y en lugar de denunciar al mundo los problemas internos del país balcánico su obra se convierte en material de 'sex-shop' bailando con lo delictivo. Provocar para dinamitar lo previsible y lo convencional forma parte de la función del arte. La pregunta es: ¿sin límites? El ejercicio mismo de ir más allá de las líneas rojas, de saltar los límites conlleva el riesgo de tropezar con la ley, con la protección de la libertad sexual. El derecho a provocar cuando vulnera otros derechos debería pasar a segundo plano.
Hace décadas, a medio camino entre el 68 y los escándalos de corrupción política en Italia, Pasolini facturó 'Saló'. Comparado con el film serbio aquello era un documental de La 2. Pero el escándalo cuajó, la película se prohibió en muchos países y la denuncia de la Republica de Saló con los fascistas en el poder quedó borrada literalmente por el protagonismo formal de aquellas escenas de mujeres atadas como perros comiendo heces. La forma por encima del fondo. Pasolini por encima de la denuncia de un periodo negro de la historia de Italia. La provocación como coartada para brillar como artista maldito.