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Un pequeño llora mientras un 'mohel' le practica la circuncisión. :: LA VOZ
Sociedad

Cortar con la circuncisión

Crece en Israel el número de padres judíos que se oponen a someter a sus hijos a esta cirugía ritual tan enraizada en su religión y cultura

LAURA LÓPEZ CARO
JERUSALÉN.Actualizado:

Cortar o no cortar, ésa es la cuestión. Al menos, para un número creciente de padres judíos en Israel que, aunque todavía son pocos, han decidido no practicar la circuncisión a sus hijos, oponiéndose con ello a una tradición considerada elemento esencial de su cultura y religión. Instituciones igualmente milenarias como el sabat o la regla alimentaria de la kashrut se van perdiendo sin mayor convulsión, pero el precio que estas personas deben pagar por su postura es aún muy alto. Situaciones como el rechazo familiar, el miedo al qué dirán o las burlas en la guardería o la 'mili' siguen presionando a los padres más reacios a esta cirugía ritual. De ahí que el 95 por ciento de los varones sea circuncidado a los ocho días de nacer.

En 1998, la Asociación Israelí contra la Mutilación Genital abrió una primera brecha al pedir, sin éxito, a la Corte Suprema de Justicia la prohibición de esta ceremonia, conocida con el nombre hebreo de brit-milá. Según los denunciantes, contraviene las leyes básicas de libertad y dignidad humanas. El líder de esa organización, Avshalom Zoossman-Diskin, llegó incluso a decir que se trataba de un «crimen».

A pesar de este revés, este movimiento siguió creciendo, y en 2001 ya existía una publicación, Af-Mila, destinada a difundir las ideas de los movimientos norteamericanos contrarios a esa práctica y una asociación, Kahal, que hoy sigue ayudando a las familias que toman la difícil opción de no cercenar el prepucio de sus vástagos. Su fundador, Udi Tamir, padeció durante dos años el castigo en forma de silencio de su propio padre que, aunque secular, consideró «impensable y vergonzoso» que su nieto no fuera circuncidado. «O hería a mi padre o a mi hijo, y decidí que mi padre podría vivir con ello», explicaba Uri. Su esposa, Ronit, recordaba esta semana que entonces sintió que «hacía lo correcto y no quería hacer algo porque lo hacen todos».

El argumento de muchos para no imponer la circuncisión a sus descendientes es que, precisamente, no encuentran razón suficiente para sí hacerlo. Hay estudios que destacan beneficios médicos, tales como la reducción de riesgo de cáncer cervical, enfermedades venéreas y propagación del SIDA, pero estos también se pueden minimizar con una higiene adecuada y medidas menos lesivas que no requieren del uso de una cuchilla.

Un precepto

Para el rabino conservador Andrew Sacks, que ha practicado más de 3.000 circuncisiones haciendo uso del título de 'mohel' que le habilita para ello, la retórica científica está fuera de lugar. Y las demás, también. «La afirmación de que el brit-milá es bárbaro, antiestético y que duele es secundaria, incluso si fuera cierto. Lo crucial es que es una 'mitzvá' (precepto)», sostiene. En el Génesis 17, Dios dice a Abraham «circundad a todo varón» como señal «del pacto entre Yo y vosotros», el pueblo judío elegido.

«Cuando voy a la comunidad judía y me pongo el bañador, ¿me pareceré a los otros hombres?, ¿qué tiene eso que ver con Dios?, ¿qué tiene que ver con la alianza?», se pregunta, en cambio, Norm Cohen, portavoz de la Organización de Recursos Informativos sobre la Circuncisión de Michigan, donde creen que la desaparición de este ritual es solo cuestión de tiempo.