Santiago, entre la euforia y el descontento
Los fieles que se ubicaron a lo largo del recorrido del 'papamóvil' apenas pudieron ver al Santo Padre
SANTIAGO.Actualizado:El día se levantó con una densa niebla que, por momentos, hizo que muchos temiesen que el avión del Papa no consiguiera aterrizar. «Llevo toda la mañana rezando», aseguraba un hombre con el rosario entrelazado en sus manos y el transistor encendido a su lado. Cuando finalmente se anunció que Benedicto XVI estaba en suelo español proclamó: «¡Aleluya!».
Miles de personas arroparon al Santo Padre en su camino desde el Aeropuerto de Lavacolla a la Plaza del Obradoiro. Muchos calcularon que el 'papamóvil' aminoraría la marcha frente a la estatua de bronce en honor a Joseph Ratzinger, erigida gracias a una colecta popular de 97.000 euros, y por esa razón la gente se agolpaba en esa zona.
Muchos llegaron por devoción, otros por curiosidad y algunos «simplemente pasaban por allí». «Yo he venido a ver el 'papamovil'», decía un niño con sonrisa pícara. Además de las proclamas de estadio de fútbol y las canciones religiosas, alguno hizo un enorme esfuerzo y adapto las dos canciones del verano, el 'Waka waka' de Shakira y el 'Pa-panamericano', en honor al Santo Padre. Cuando la gente divisó en la lejanía el particular automóvil, las banderitas compostelanas y vaticanas empezaron a ondear, y solo se percibía un grito emocionado del público. Pero el séquito papal no desaceleró, y la gente apenas pudo percibir la figura de Benedicto XVI en una cúpula con los cristales demasiado brillantes.
Mientras los más creyentes se sentían satisfechos, el resto no dejaba de quejarse. «Todo muy bien preparado, todo perfecto», aseguraba una señora proveniente de la parroquia de Santa Marina en Palencia. «Ni se molestó en saludar», se quejaba un decepcionado adolescente. La mayoría de los asistentes puso rumbo hacia el casco histórico de la ciudad.
Tumbados bajo un árbol del parque de La Alameda, tres londinenses observaban la misa que tenía lugar a menos de un kilómetro de allí. Todo les había salido según lo previsto. El viernes terminaron el Camino de Santiago y ahora disfrutaban de una misa oficiada por el mismísimo Papa.