Tribuna

Bienvenido, Papa Benedicto

SACERDOTE Y CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Hoy llega a España el Papa, como peregrino a Santiago de Compostela y como Pastor universal a Barcelona, donde dedicará el templo de la Sagrada Familia. Visita breve, pero esperamos que intensa. Los lugares que el Papa visitará se consideran privilegiados por la presencia de tan ilustre huésped. Quienes no han podido estar presentes, seguirán todos sus pasos a través de los medios de comunicación.

La visita de un Papa siempre provoca expectación. Lo pudimos ver hace dos meses en el viaje que realizó al Reino Unido. Y, en efecto, hay que reconocer que no defraudó a quienes le esperaban. Su presencia, su cercanía y, sobre todo, su palabra, colmó a los que pudieron, de algún modo, encontrarse con él. Ahora la expectativa está aquí y pronto podremos verle y escucharle. Pero este tiempo previo no ha sido todo lo apacible que hubiera podido desearse. Algunos, en vez de acogerle, han montado su batalla particular en contra de la visita, en base a dos argumentos, perfectamente orquestados y que han contado con amplio apoyo mediático: el argumento del Estado laico y el del gasto que va a suponer la visita, que -afirman ellos- va a ser pagado por las arcas públicas. No han faltado las pancartas -esperemos que no pretendan ser la imagen de la hospitalidad española- con la leyenda «Yo no te espero». Tienen derecho a disentir, por supuesto, aunque no tanto a insultar, como ha habido quien también lo ha hecho, incluso desde cargos públicos.

Este tiempo previo ha servido también a quienes sí esperan al Papa para prepararse a recibirlo. Unos lo esperan para aprovechar el viaje y la 'movida' que genera y ganar dinero. Otros -ojalá sean los más-, para mostrarle su respeto y su cariño y para escuchar y acoger su palabra, que siempre es orientadora e iluminadora. Es el momento de disponer el espíritu para que esta visita sea para los cristianos españoles, y también para quienes, sin ser cristianos, tienen buena voluntad, un posible encuentro con la verdad que el Papa viene a traernos.

Los lugares que va a visitar en estos dos días son emblemáticos. Santiago ha sido a lo largo de todo este año punto de llegada de varios millones de peregrinos. A ellos se suma ahora este «viajero de la fe», el Papa Benedicto. A pesar de la brevedad de su visita, no ha querido dejar pasar la ocasión de peregrinar y de decir su palabra, desde Santiago, a la Iglesia de España y al conjunto de nuestro país. No olvidamos que Juan Pablo II, en un anterior viaje a Santiago, tomó la ocasión para dirigirse a toda Europa e invitarla a redescubrir sus raíces cristianas. No sería extraño que también el papa Benedicto hiciera algo semejante.

La segunda visita tiene como meta Barcelona y, como objetivo, la dedicación del Templo de la Sagrada Familia. No cabe duda que la sensibilidad artística del Papa Ratzinger va a verse enriquecida por la grandiosidad y la carga de simbolismo del templo de Gaudí. Pero no va a ser sólo el aspecto artístico, sino la intencionalidad de este templo 'expiatorio', lo que va a dar pie al Papa para volver a plantear la visión cristiana de la familia y para defender sus valores originales, nacidos de la voluntad del Creador. Pero, además, el emplazamiento del Templo en Barcelona, ciudad abierta, con una historia cultural importante y con un carácter de fuerte secularización, va a dar al Papa ocasión de dirigirse a muchos que quizá no comparten nuestra fe, pero que pueden ser igualmente destinatarios de una palabra que quiere hablar a todos los que buscan la verdad y el sentido de la vida. Habrá que estar atentos a lo que el Papa quiera decir en Barcelona.

Van a ser dos días intensos, para Benedicto XVI y para quienes van a seguir de cerca su visita. Nos alegramos de recibir como huésped en nuestro país al Sucesor de San Pedro y Pastor de la Iglesia Católica.

Esperemos que él, por su parte, pueda percibir el calor de nuestra acogida y hospitalidad, la de tantos hijos de la Iglesia y personas de buena voluntad que quieren escuchar su palabra y acoger la luz de su enseñanza. Por todo ello, de corazón: ¡Bienvenido, Papa Benedicto!