Red Bull toma la delantera
Entre favelas, lejos del 'glamour' de este deporte, el asturiano tranquilizó a los aficionados: «Era un problema esperado» Fernando Alonso rompió motor en Brasil y quedó tras la estela de Vettel y Webber
SAO PAULO.Actualizado:Red Bull amenaza con sepultar la identidad latina de Interlagos. Siete de los últimos ocho propietarios de la 'pole' en Brasil hablaban español o portugués (Montoya en 2002, Barrichello 03, 04 y 09, Alonso 05 y Massa 06 y 08). Una tradición moderna que no cuadra con el paisaje que pretenden dibujar hoy los coches energéticos, potentes ayer sobre el asfalto bacheado de Sao Paulo frente a unos Ferrari renqueantes. Falló el coche de Massa (problemas de embrague) y tampoco funcionó a la primera el de Alonso, tercero en la segunda manga. El motor del F10 del asturiano ya había rebasado los 1.500 kilómetros (tres carreras) que se conceden de vida a un propulsor de un F-1 y en Ferrari esperaban su muerte, kilómetro arriba, kilómetro abajo.
El estacionamiento de Alonso junto a las vallas a primera hora de la mañana sobresaltó a los seguidores brasileños, que convierten Interlagos en lo más parecido a un estadio de fútbol. «Nada grave -zanjó el ovetense-. Era un problema esperado y nos ha faltado completar tres vueltas». La pasión brasileira, transportada a un deporte poco dado a los sentimientos como la Fórmula 1.
La pasión y también la miseria. Interlagos es el otro mundo, la pasarela con capacidad para mover conciencias en el mundo sibarita de la Fórmula 1. Un reducto sin credenciales para someterse al microscopio de la opulencia. Mientras ingresan en el circuito grandes fortunas del planeta, hay tiros en el exterior.
En los tres últimos años, ha habido al menos dos ataques con arma de fuego a coches acreditados por parte de menores de edad. Un periodista español y la ex jefa de Prensa del equipo Toyota vieron el peligro en los ojos y las manos de niños de diez, once o doce años. Los chavales dispararon a los coches en alguno de los semáforos que gestionan el tráfico la avenida de Interlagos hasta el circuito de Fórmula 1.
Pobreza en Interlagos
Interlagos es uno de los barrios más pobres de Sao Paulo, una urbe excesiva de 17 millones de habitantes que se atascó un día y así se quedó. Aquí no hay campos de golf ni yates en panorámica sobre un mar inmaculado ni botas Jimmy Choo ni gafas de sol último grito a juego con el cinturón. Se ven abuelos en pantalones de deporte y camisetas de tirantes, madres cargadas con la compra tirando de carros, niños descalzos que observan con ojos de águila, bares sin nombre, tiendas desvencijadas donde el producto estrella es la segunda mano y moteles a 35 reales, 14 euros la noche probablemente con desayuno incluido.
En este territorio, Alonso zanjó la alarma respecto al motor de su Ferrari. «El único problema que hemos tenido es que no pudimos entrenar la salida porque nos quedamos a unas vueltas de acabar la sesión». Cada piloto dispone esta temporada de ocho motores nuevos para utilizar como considere a lo largo del año. La vida de un propulsor abarca unos tres grandes premios y el asturiano tuvo problemas a principio de temporada, cuando se le rompieron varias unidades. En Monza (hace cuatro carreras) estrenó el último porque lo necesitaba para un circuito de máxima velocidad como es el italiano.
El resto de motores los ha ido dosificando para llegar a este final de temporada sin problemas. «A primera vista podía parecer un drama, pero no pasa nada», aseguró el asturiano.