MANTENER EL TIPO

Me refiero al tipo de interés. Los que esperan la recuperación económica nos advierten de que la cosa va para largo, contradiciendo a los que profetizan que va para nunca. Quizá algún día, se hable de 'los felices noventa', como cuando nuestros mayores hablaban de 'la belle epoque'. Al bienestar colectivo siempre se le ve la espalda. Lo que Juan Ramón llamó «la forma de su huida», ya que nunca da la cara.

El presidente de la Reserva Federal, Bernanke, va a inyectar 600.000 millones de euros para rescatar la economía de EE UU. Esas cifras a los españoles nos suena a música celestial, quiero decir a las distancias astrales con las que se miden los recorridos que habría que hacer desde este planeta suburbano para habitar otros lugares de la galaxia más placenteros.

Siempre que el paro se dispara fusila a los mismos. Al terminar el año pasado, había en España 4.086.976 desempleados, si es que no despidieron a alguno más de los que llevaban la cuenta. ¿Qué sucederá cuando lleguemos a los cinco millones? Hay que tener mucho cuidado con el prestigio de las cifras redondas. Don Jorge Guillén me decía, mirando el Mediterráneo, que a partir de los 80 cada año suman tres. Estaba convencido de que el tiempo es repercusión orgánica, o sea que los calendarios son nuestra materia prima. Llega un momento en el que no podemos mantener el tipo, pero más grave todavía es que no podamos mantener el tipo de interés por la caída del llamado bloque financiero. Obama, el negro que tenía un cheque en blanco, ha empezado a darse cuenta de por dónde van los números.

Se puede vivir con dificultades, pero no con imposibilidades y se augura un invierno caliente. Para paliar sus efectos, nuestros políticos quieren congelar las pensiones. Es una forma de que el frío de la muerte anteceda al escalofrío del cobro de las jubilaciones.