¡Hasta siempre, Marcelino!

En estos días ha muerto la honradez, ha muerto la lucha, ha muerto la dignidad, ha muerto la solidaridad, ha muerto un republicano de convicción, ha muerto un luchador por las libertades de este país, ha muerto un puntal de la clase obrera. Ha muerto Marcelino Camacho. D.E.P. Ha muerto el día en que la cúpula de mi sindicato, CC OO, nos pega una puñalada a todas y todos los empleados públicos de la Junta de Andalucía, firmando un acuerdo con la consejera de Hacienda y Administración Pública para modificar el Decreto-Ley de Reordenación de los Servicios Públicos, del que todos los empleados públicos pedimos su derogación por lo que supone de privatizar y externalizar funciones públicas que hasta ahora asumíamos con profesionalidad los empleados públicos de la Junta. Si esta medida la hubiera aprobado Esperanza Aguirre en Madrid estarían los tanques en la calle. Qué penita de sindicalismo. Cuando el 13-N me suba al autobús para acudir a la manifestación convocada en Sevilla por la derogación del citado Decreto-Ley voy a sentir una sensación de alegría y rabia. De alegría porque me veré acompañado de compañeros que quieren luchar por dignificar la función pública. Y de tristeza porque veré que no estarán presentes unas siglas que son las mías. Qué penita de CC OO. Qué día más triste para pegarnos la puñalada. Qué homenaje más feo para Marcelino Camacho. Descanse en paz.