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Una joven, víctima de los abusos de su padre, acusa también a su tío de violarla

El familiar defendió su inocencia, pero la adolescente lo señaló en el juicio como la persona que la forzaba

MIGUEL DOMINGO GARCÍA mgarcia@lavozdigital.es
CÁDIZ.Actualizado:

Su cuerpo dice que es mayor de edad, pero María vive, siente y piensa como si tuviera nueve años. Por supuesto, el nombre utilizado aquí para llamar a esta joven, que ahora cuenta con 18 años, es ficticio para ocultar su identidad. Pero la realidad que le ha tocado vivir supera hasta límites estremecedores la ficción más trágica de las novelas de Stieg Larsson.

El retraso mental que sufre hizo que sus padres la trataran casi como un monstruo, al que no dejaban salir a la calle y al que alimentaban con las sobras de lo que comían sus hermanos. La vida, sin embargo, le deparaba algo peor, pues al llegar a su adolescencia se convirtió en el objeto sexual de su padre y parte de su familia, que la sometió sistemáticamente a todo tipo abusos. Ayer, la joven tuvo que recordar algunos de los capítulos de esta vida de infamia, al testificar contra su tío político, que se sentaba en el banquillo de la Audiencia Provincial acusado de violarla cuando ella apenas tenía trece años.

Este hombre -para el que el fiscal pide 14 años-, no es el primero en ser juzgado por esta infamia. Los propios padres de la adolescente están en prisión desde hace un año y medio por el mismo delito y algunos más. Y es que, según la sentencia que los condenó a seis años en 2009, los progenitores trataban a palos a María y a sus cinco hermanos, los tenían sin comer durante días o a base de inmundicias, y los mantenían encerrados, apartados de la sociedad.

«Vivía en Barbate, pero nunca conoció la playa». Con esta sencilla frase, una de las psicólogas que declararon ayer en la Audiencia trató hacer entender al tribunal el estado de aislamiento social al que fue sometida María, que vivía «en un estado muy primitivo». La anécdota de la playa, sin embargo, se quedó en nada al lado del relato de agresiones sexuales que sufrió la adolescente en su hogar durante tres años, hasta 2006, cuando la Junta se hizo cargo de ella.

El padre confesó los abusos cometidos por él. Pero también se sospecha que pudieron participar en ellos un hermano de la menor, terceras personas, como vecinos y jóvenes del barrio y, según la Fiscalía, su tío, que vivía a pocos metros de la casa de la joven. Este último, sin embargo, negó ayer cualquier tipo de relación con la chica y utilizó su turno de palabra (quizá para quitarse el foco de la acusación de encima)para señalar al padre como el único culpable. Incluso dio a entender que prostituía a la joven: «Creo que a los drogadictos que iban a su casa les decía: mira, esta es mi niña, tu me das tanto y...». Ahí se calló.

«No me dejaba tranquila»

Cuando le preguntaron por su presunta violación, insistió en su inocencia: «Nunca se ha quedado a dormir en mi casa y jamás he hecho ese tipo de cosas». Es más, acusó a los padres de la niña de haberle inculpado como venganza, ya que -según él-, perdieron la custodia de sus hijos porque él y su mujer revelaron los malos tratos a los asistentes sociales. Pero su propio abogado se encargó de recordarle que la supuesta violación que se le imputa la destapó una hermana de la joven, y no los padres.

Con todo, el testimonio más importante durante el juicio a este hombre -pues será fundamental para el tribunal- fue el de la propia víctima, que oculta tras un biombo y acompañada por la directora del centro en el que vive, reconoció que su tío había tratado de violarla, o al menos, abusar de ella con tocamientos. «No me dejaba tranquila», contestó. Su declaración estuvo llena de titubeos y dudas, pues aunque la fiscal, la defensa y el tribunal trataron de interrogarla de forma delicada, no pudieron evitar que la joven reviviera el supuesto calvario padecido.