Aeroplanos
Actualizado:Mi infancia son recuerdos de las laderas del Teide, un volcán sujeto al fondo del océano; mi calle se llama ahora «de la Tolerancia», bello nombre para ilustrar añoranzas de las raíces perdidas. Sostenía el poeta checo Rilke: «La patria de todo hombre es su infancia»; y tal vez como escribió Barrie, creador de Peter Pan, todo cuanto sucede después de los doce años de edad carece de importancia. Tampoco he olvidado experiencias ingratas como los frecuentes viajes a la península en aquellos trastos voladores que a modo de disparatada montaña rusa nos desplazaban desde Santa Cruz a Madrid a través de más de ocho horas de penalidades. Mi candorosa alegría infantil se quebraba cada vez que mi madre anunciaba el obligado viaje anual para ver a Papá Noel en las faldas del Guadarrama, de donde procedía mi familia. Buena prueba de las conocidas teorías de Pavlov es que aún me produce desagrado mascar chicle, tal como las amables azafatas nos pedían para aliviar el azaroso trayecto. Notable diferencia entre esos aeroplanos a hélice y los modernos vehículos del frecuente tráfico aéreo actual.
La aeronáutica fue experiencia científica y deportiva que durante el cambio de centuria conquistó para el hombre el sueño de volar y acabó con el tabú de Ícaro; luego maquinaria de combate que alcanzó relevancia durante la Gran Guerra de 1914-18. Menos conocida es la historia de una serie de antiguos pilotos militares que finalizada la contienda y con aeroplanos robados o comprados a los ejércitos ejercieron la piratería desde el aire sobre poblaciones y campos de la Europa Central. Pero fue la consolidación de la aviación comercial la más notable consecuencia de los avances técnicos que la investigación bélica introdujo. Tal vez la industria aeronáutica haya desarrollado la tecnología que ha obtenido mayor éxito en estos tiempos. En los años sesenta se venía produciendo un accidente por cada diez mil despegues mientras que actualmente se registra menos de un accidente por cada millón de despegues. Sin embargo, el catedrático de la Politécnica de Barcelona, Federico Correa, reflexionando acerca de la fragilidad de los aviones, comentaba que los hombres del futuro no entenderán cómo nos aventurábamos a desplazarnos por el aire en el interior de esos fuselajes de ligero aluminio. ¿Desaparecerá la aeronáutica? Los guanches conocieron las artes de la navegación y las abandonaron: cuando llegaron los castellanos cada isla se había aislado sobre el mar. Hubo un momento en que ese pueblo decidió abandonar las técnicas que antes les habían permitido asentarse allá.