VERDADES Y VERDAD
Actualizado: GuardarUna famosa actriz de cine aseguraba que su máximo objetivo era crear a sus personajes desde una profunda Verdad para que sus palabras no sonasen falsas. En el teatro español actual, se valora sobradamente la calidad vocal de actores y actrices. En muchas ocasiones, el público parece quedarse satisfecho con la correcta dicción de quien actúa, sin tomar en cuenta, que la profesión de un actor o actriz, es la creación de personajes, y que verbalizar correctamente sus textos es su obligación profesional, y no un valor añadido. En el caso de Atalaya parece haber una dicotomía entre Dirección de Escena y Dirección de Actores, pues a las actuaciones de sus actores por lo general les falta Verdad. ¿Pero qué es esto de la Verdad? Pues es el punto en el que las palabras de quien actúa encajan de manera lógica con los antecedentes de la obra, la situación que estamos viendo, la forma en que se relacionan los personajes entre sí, y el comportamiento del personaje aunado a una afectación quizás emocional, pero sobre todo mental del que interpreta el papel. De modo que, si se nos dice en el programa de mano que Ricardo III es «la historia escalofriante de un auténtico criminal, de un psicópata, (.) que asesina sin remordimiento alguno...» y además, en palabras del propio personaje, se describe a si mismo de la siguiente manera: «he nacido así, grosero, sin ninguna gracia para poder lucirme, (.) he sido expulsado de toda proporción, he sido traicionado con estos rasgos por la naturaleza engañadora, deformado, inconcluso, enviado antes de tiempo al mundo y hecho a medias, tan defectuoso y lejos de la moda, que me ladran los perros si me acerco; con nada me deleito para pasar el rato excepto cuando miro mi sombra bajo el sol y pienso sobre mi deformidad, lo que mínimamente nos podemos imaginar es a un personaje acomplejado y con cierta fealdad externa e interna». Esta es la piedra de toque de la magistral obra de Shakespeare: nos habla de la miseria humana. Desafortunadamente en el montaje de Atalaya, esta peculiaridad no asomó por ningún lado en voz de su protagonista. Todo el reparto se ha expresado verbalmente con claridad, se les ha entendido perfectamente, pero, siempre con ese toque a veces de engolamiento y falsedad que nos separa ya no del texto, sino de su significado. Hay que destacar el buen trabajo de Carmen Gallardo y de Manuel Asensio que arrojaron luz a los maravillosos versos del autor inglés. Es una lástima que una idea atractiva y bien explotada en la concepción del montaje, deje al descubierto lo esencial del Teatro: a los actores
Es frecuente en los montajes de Iniesta, ver propuestas plásticas muy interesantes y con una factura estética de verdadero esmero y cuidado. En este caso, como en otros de sus montajes, la concepción del espectáculo es redonda y hace encajar brillantemente vestuario, música e iluminación pero, siempre con faltas que podrían considerarse graves en cuanto a la creación de sus personajes.