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David Palomar, de joven promesa del flamenco gaditano a sólida realidad, durante la presentación de su nuevo disco. :: EVA LINDBERG
MÚSICA

«A cada paso que doy, siento que va creciendo la responsabilidad»

David Palomar reivindica en su nuevo disco 'La Viña, cantón independiente' el espíritu libertario de su barrio

DANIEL PÉREZ
CÁDIZ.Actualizado:

Palomar tenía un disco en la cabeza, un trabajo maduro y distinto, propio, con las forma, la trama y la factura que le pedían sus 33 años. Acaba de ponerlo de tiros largos. Se llama 'La Viña, cantón independiente' y suena a nuevo, no sólo por lo que supone en su discografía, sino por lo que tiene de valiente y de joven, aunque no rompa con nada, quizá porque tampoco lo necesita. Es flamenco 'clásico' (si es que la etiqueta existe), que no es lo mismo que pesado, lento, rancio. Palomar viste con ropas distintas el sonido de lo jondo, se permite la heterodoxia y el experimento, pero con un respeto puntilloso por las raíces. «He tratado de recuperar cantes antiguos de Cádiz, como las malagueñas de Fosforito El Viejo, la granaína de Cepero, la soleá de Ramón de la Jarana, los tanguillos personales y los tientos tangos, y también hay una balada, un tema dedicado a Cádiz que ronda el vals, y algo de rock andaluz».

Sobre todas las cosas, David Palomar le canta a su barrio. No lo hace en el sentido de esos homenajes circunstanciales que firmaban los autores de la posguerra. «Aunque el disco arranca de un punto muy local, habla de cuestiones totalmente universales, porque no se trata de un elogio directo a las calles, a la gente, sino de compartir unos determinados valores que convierten a La Viña en La Viña», cuenta David.

Exportar valores

«El título no trata de señalar las diferencias; es justamente un homenaje a lo contrario. Me gusta La Viña por lo que representa: libertad, igualdad y fraternidad. Aquí hay vecinos con dinero, y otros con los avíos justitos para tirar 'pa' lante', pero hay un sentido de la comunidad, unas ganas de integrar a todo el mundo, un rollo de 'vamos a llevarnos bien', que debería exportarse», explica David. «En el fondo no le canto a un barrio porque sea un barrio; le canto a una manera de entender la vida, a unos dones que son universales, pero que en La Viña te los encuentras en cada esquina, que se practican día a día de una forma natural».

La Viña tiene su propio Olimpo flamenco, con Pericón, Curro 'El Dulce', los Macandé y la estirpe de Villar, entre otros, marcando el paso. David se siente, modestamente, heredero de tanta solera. El suyo es un cante clásico, entonces, aunque en su nuevo disco se atreve con arreglos más arriesgados y hasta letras sociales. «Hay una temporera de Valderrama, un cante de trilla, que me traído a nuestro tiempo. Hablo de los males de la sociedad, pero en vez de los golpes de fragua, repicando al fondo, hemos puestos sonidos urbanos, que van subiendo de intensidad hasta que estallan en un caos de ruidos de coches, carreras, discursos políticos, etc.». Juan José Téllez le ha escrito dos piezas, y Jesús Bienvenido le firma un tanguillo de talante dieciochesco.

El propio periodista, escritor y experto en flamenco, define a Palomar como «una nueva piel para una vieja ceremonia», y hasta se atreve con la siguiente comparativa: «A veces parece El Beni pasado por la ESO».

Palomar sonríe y admite, con la boca pequeña, como si le diera miedo, que está madurando. Se nota en que ha querido controlar la música y las letras, en que ha estado pendiente hasta el último detalle de la producción, en que durante estos cinco meses que se ha pasado grabando («una odisea, preciosa, pero una odisea») se ha sentido «a tope de presión, porque a cada paso que doy va creciendo la responsabilidad, y lo noto». «Tengo un compromiso con la gente que me sigue, pero sobre todo conmigo mismo, y ser fiel a esa forma de ver la vida y el flamenco es más sacrificado de lo que me parecía», apunta.

Que sí, que está «satisfecho», y que tiene ganas de echar a rodar 'La Viña' por los escenarios de España. «Ahí es donde me mido». Por lo pronto, en marzo, le toca Falla.