Medio kilómetro de dolor para un último adiós
SAN FERNANDO.Actualizado:«¿Se ha acabado todo para Manuel? Para el ser humano la muerte es un absurdo pero él ha pasado de la muerte a la vida». Con estas palabras el sacerdote Salvador Rivera intentaba dar consuelo a los familiares, amigos y compañeros del Manuel Pereira, que abarrotaron la iglesia del Santo Cristo de San Fernando, situada en la barriada donde pasó la mayor parte de su vida. Justo en el centro del templo se encontraba el féretro de Manuel Pereira, el funcionario municipal que perdió la vida tras recibir más de una treintena de puñaladas en la entrada de su vivienda.
En torno a las dos de la tarde y tras realizar tres autopsias, la jueza instructora encargada del caso decidió que el cuerpo pasara a manos de los familiares, que se encontraban en el tanatorio de Fadricas a la espera de noticias. Finalmente antes de la cinco de la tarde pudo comenzar la misa de despedida a este empleado del Ayuntamiento «muy querido» por todas las personas que lo conocían.
Gafas oscuras que tapaban los ojos, lágrimas que se resbalaban por las mejillas y manos que apretaban con fuerza los pañuelos. Imágenes de dolor y desconsuelo ante la impotencia por un asesinato que no se comprende en el entorno del fallecido. Las caras de la madre y del hermano eran las que mejor reflejaban este sufrimiento, sobre todo por no poder velar el cuerpo durante tres días, el tiempo que se ha pasado en el Instituto Anatómico Forense de Cádiz.