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Los demócratas se vuelcan para mantener el Senado

Las encuestas auguran un Congreso de clara mayoría conservadora y un ajustado resultado en la Cámara Alta

J. P. NÓBREGA
NUEVA YORK.Actualizado:

Si las encuestas no se equivocan, la correlación de fuerzas que ha permitido a Barack Obama gobernar con una holgada mayoría en las dos cámaras del Congreso cambiará de forma drástica en la convocatoria electoral de hoy en la que los estadounidenses renovarán los 435 miembros de la Cámara de Representantes y 37 senadores. Los republicanos, beneficiados por el largo periodo de desgaste sufrido por el presidente, podrían dar una mordida de entre 50 y 60 escaños en la Cámara Baja, muy por encima de los 39 necesarios para conseguir la mayoría.

En el Senado la situación es más incierta, con los demócratas también a la baja aunque con posibilidades de mantenerse ligeramente por delante en el cómputo final. Aquí los correligionarios del partido en el poder serían capaces de mitigar las pérdidas gracias al empuje de las últimas jornadas. En casi todos los escenarios parecen en condiciones de acabar unos puestos por encima de los 50 senadores que les permitiría no ceder el control de la cámara.

La elección de 37 gobernadores y una veintena de alcaldes de ciudades importantes otorga a la cita electoral una relevancia que ha sido interpretada como un plebiscito sobre el inquilino de la Casa Blanca. Aunque dominan las lecturas pesimistas, los analistas no se ponen de acuerdo sobre las consecuencias de una contundente victoria de la derecha. Algunos creen incluso que ese escenario no supondría ni mucho menos el fin de su Gobierno y se atreven a pronosticar un fortalecimiento de las políticas de Obama. Se trataría de una situación similar a la vivida por Bill Clinton cuando en 1994 fue arrinconado en el Congreso por la incipiente revolución conservadora de Newt Gingrich, aunque eso no impidió su reelección.

En cualquier caso, la sólida ventaja que ha ido amasando la oposición tiene un cariz diferente a aquellos tiempos y se ha conseguido gracias a la combinación de varios factores que invitan a pocos paralelismos. La economía entonces gozaba de buena salud mientras ahora un río de votantes independientes se han vuelto al republicanismo por miedo a un empeoramiento de la crisis. Los malos tiempos también han ayudado a la explosión del Tea Party y han animado la proliferación poderosos grupos externos para meter una auténtica millonada en las arcas republicanas. Otros apuntan la desafortunada campaña del Partido Demócrata, que no ha logrado distanciar la figura del presidente de la mala opinión que la población tiene del Congreso.