Dos operarios dan los últimos toques a una de la piezas de Enric Casanovas. :: EFE
Sociedad

Las joyas de Picasso y Dalí

Una exposición en Barcelona reúne obras de orfebrería de algunos de los grandes creadores del siglo XX

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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Por diversión o por encargo de algún millonario caprichoso, la mayoría de los grandes creadores del siglo XX experimentó en algún momento de su carrera con el arte de la joyería. Tanto Dalí como Picasso, Gargallo, Braque, Boucheron o Julio González jugaron con el oro, los rubíes y los diamantes, de la misma forma que con el óleo, el bronce o las acuarelas. De aquel ejercicio de orfebrería surgieron piezas únicas y muy valiosas, que ahora se exponen por primera vez juntas en España. Es en el MNAC de Barcelona, donde más de 300 alhajas revelan en pequeño formato la personalidad artística de sus autores y, a su vez, dialogan con otras de sus obras, creando una conversación interdisciplinaria entre las artes, según los comisarios. Porque, como dijo Otto Wagner, «realizar una obra de arte significa expresar la belleza sin hacer distinción entre grande y pequeño».

Así, por ejemplo, a Dalí le gustaban ostentosas, con diamantes, rubíes, oro o zafiros, pero el genio ampurdanés no se imaginaba las joyas para ser lucidas en el cuerpo, sino como exquisitos juguetes mecánicos. Eran sueños surrealistas hechos en miniatura con las mejores piedras preciosas. O con materiales pobres, como los restos de metales procedentes de coches que utilizaba el escultor José de Creeft o los alambres que usaba Julio González.

Picasso, mientras, hacía por pura diversión medallones de barro sin pintar. O Braque, que reprodujo sus característicos pájaros en las agujas. Sin embargo fue Alexander Calder, el gran creador de esculturas móviles, el que se dedicó más intensamente a la joyería, con 1.800 piezas hechas con materiales austeros y sentido del humor. Como una gargantilla de latón llamada 'Marido celoso' que Angelica Houston lució en una portada del magazine del 'The New York Times' y que generalizó el mito del club Calder, restringido a las afortunadas que lucían sus broches, collares o pendientes en las fiestas de la alta sociedad. Era el caso, según explica de Mariàngels Fondevila, comisaria de la exposición, de las esposas de Sebastià Gasch, o Joan Prats, amigos del artista de Pensilvania. Pero también Andy Warhol, a quien Dalí obsequió con un buen puñado de brillantes.

Valor incalculable

Además de su valor incalculable, la directora del MNAC, Teresa Ocaña, y la comisaria de la cita resaltan lo inédito de la exhibición, que puede verse hasta el 13 de febrero, tanto por la lectura que cabe hacer sobre el contexto en el que se realizaron las obras, como porque se exponen piezas muy difíciles de ver y reunir.

Como preludio, se exhiben las creaciones de los joyeros, desde René Lalique o Lluís Masriera hasta Ramon Sunyer, Jaume Mercadé o Manuel Capdevila, que convirtieron la joya en un territorio de alta creatividad.