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El mundo literario pide que se proteja el legado de Rafael Alberti. :: EFE
Sociedad

Bonald: «Me parece bien que cierren la Fundación Alberti; para lo que hacían...»

Escritores y amigos del poeta esperan, pero no confían, en que éste sea el revulsivo que necesitaba su legado

DANI PÉREZ / V. MONTERO
JEREZ.Actualizado:

La Fundación fundida. Después de encadenar un escándalo tras otro, perder el apoyo de algunas de las primeras espadas de las letras españolas, endeudarse hasta la médula y limitar su actividad al mínimo, la entidad responsable de divulgar el legado de Rafael Alberti morirá exactamente como nació: envuelta en polémica. Los escritores de la provincia acogieron ayer la noticia de su futura metamorfosis en casa museo con una mezcla de amargura e ilusión. Tristeza, porque el nombre y la obra del poeta siguen eclipsados por cuestiones legales y administrativas, que deberían pesar menos, en la balanza pública, que la vigencia de sus versos. Y esperanza (poca, la justa) de que una nueva fórmula permita que la figura de Alberti recupere el lugar que le corresponde.

Felipe Benítez Reyes, que participó en la constitución de aquel primer patronato dependiente de Diputación de Cádiz, se muestra así de rotundo: «La Fundación estaba viciada desde sus inicios, fundamentalmente por el afán personalista de María Asunción Mateo». El autor de 'Mercado de espejismos' recuerda que fue ella la que tomó decisiones «tan extrañas» como trasladar desde la caja fuerte de una entidad bancaria «al sótano de una plaza de toros» el legado del poeta, «aduciendo, paradójicamente, falta de seguridad». «De un criterio como ése cabían esperar pocas decisiones acertadas». Reyes se atreve incluso a considerar que el cierre responda a «la necesidad de prevenir males mayores, dadas las numerosas irregularidades denunciadas».

José Manuel Caballero Bonald tampoco templó su opinión: «Para lo que hacían, es mejor que la cierren». Jesús Fernández Palacios advirtió que «ya sería la segunda fundación que se carga Mateos, después de la Diputación, que funcionaba magníficamente bien». José Ramón Ripoll, amigo del poeta, coincide: «No me explico cómo unos herederos que han jugado un papel tan tangencial en la vida de Alberti pueden tener la capacidad legal para cargarse un proyecto como éste. Por una parte es una mala noticia; por otra, conservamos la esperanza de que sirva para algo».

A nivel nacional, escritores como Benjamín Prado o Luis García Montero ya se habían posicionado sobre la pésima gestión que su viuda, María Asunción Mateo, estaba haciendo a cargo de una institución que lleva años agonizando.