Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Tribuna

El drama shakespeariano de Miliband

Robar la corona de su hermano ha sido la parte más sencilla. Queda un segundo acto más complicado, llegar al poder

DAVID MATHIESON
Actualizado:

El salto al poder del nuevo líder del partido laborista británico, Ed Miliband, podría haber sido escrito por Shakespeare. Casi todos asumían que su hermano mayor, David Miliband, llegaría a ser el máximo dirigente del partido y, como paso siguiente, el próximo inquilino de Downing Street. Pero entonces Ed, el hermano menor, presentó su candidatura también. Por un puñado de votos fue Ed y no David quien ganó en unas elecciones que produjeron fuertes divisiones en el partido laborista, por no decir nada de la brecha abierta en el seno de la familia Miliband. El nuevo rey es Ed y su hermano mayor ya está políticamente exiliado.

Con solo 40 años es evidente que todavía le falta experiencia. Pero no cabe duda de que tiene la audacia, valentía y empeño necesario para ser primer ministro. Si puede o no alcanzar su objectivo dependerá de su planteamiento para acometer cinco cuestiones clave.

Primera, la economía. Como en España, buscar una solución a la crisis económica, al gasto público y al aumento del paro es lo que preocupa a la mayoría de los votantes. El actual Gobierno, una coalición entre el partido conservador y los liberal demócratas de centro izquierda, ha propuesto hacer cortes drásticos en el gasto público para poder corregir el déficit que afrontan. Estos recortes nunca son bien recibidos por los ciudadanos, por lo que Miliband podrá aprovecharse de ello pero sin caer en un populismo fácil. Los votantes británicos desconfían de los políticos que solo ofrecen eslóganes en vez de plantear alternativas factibles. Hasta ahora, Miliband ha sugerido que las medidas para corregir este déficit deberían ser una mezcla de recortes (60%) y un aumento de impuestos (40%). Pero ¿qué habría que recortar?, y además, ¿quién pagaría los impuestos adicionales? Aún hay muchas preguntas en este terreno y hasta que no se concreten las respuestas, Miliband no se ganará la confianza de los votantes.

Segunda, la cuestión de marca. Miliband necesita distinguirse de los demás líderes de los otros dos mayores partidos políticos. La actual elite política de Inglaterra está dominada por unos pijos cuarentones. David Cameron, líder del partido conservador y primer ministro; Nick Clegg, suplente del primer ministro y líder de los demócratas liberales; y Miliband. Todos ellos fueron estudiantes de escuelas de elite y de la Universidad de Oxford, por lo que todos ellos son y actúan de la misma manera: inteligentes, de buenos modales; o sea, clónicos. Sin embargo, Miliband tiene una historia familiar muy interesante. Sus padres llegaron a Inglaterra como refugiados judíos de los nazis (otros familiares suyos murieron en Auschwitz). Ambos aprendieron inglés y cursaron brillantes carreras en Londres. Miliband necesita referirse a su propia historia para demostrar que sus ideas no son solo intelectualmente coherentes, sino que también están basadas en la dura experiencia de su propia familia.

Tercera, Irak (y el post-Irak). La guerra de George Bush fue el acontecimiento más polémico de la última década en muchos países, incluido el Reino Unido. Como Barack Obama, Miliband no fue un representante elegido en ninguna legislatura cuando se tomaron las decisiones cruciales así que ahora puede decir con un alto grado de sinceridad 'no en mi nombre'. Muchos de los seguidores quieren oír este mensaje y empezar de nuevo después de la época de Tony Blair y Gordon Brown, sus dos antecesores muy asociados con el conflicto. Es un paso necesario pero insuficiente. En un mundo globalizado, Miliband tendrá que desarrollar una visión coherente del papel del Reino Unido: ¿Cómo ser un poder influyente y positivo en el mundo?

Cuarta, los laboristas y el sur de Inglaterra. Echar un vistazo rápido sobre el mapa electoral británico revela que el partido laborista tiene un problema grave. Mientras mantiene un apoyo respetable en Escocia, Gales, el norte de Inglaterra y ciertas partes de Londres, su presencia en los condados del centro y el sur -los más influyentes- es prácticamente nula. El partido ha perdido el favor de cinco millones de votantes desde 1997 y necesitará recuperarlos para volver a gobernar con una mayoría absoluta. Miliband tiene que mostrarse como un buen amigo para el sur sin perder la confianza de sus feudos tradicionales, un juego muy complicado a causa del muy débil crecimiento de la economìa.

Quinto, la crisis y la izquierda. En el siglo XX los socialdemócratas tenían unas metas claras y populares. Hicieron campañas para reformar o universalizar el sufragio, la educacción y la sanidad. Sabían lo que querían y, por lo general, tuvieron mucho éxito. Ahora vivimos en tiempos de crisis para el capitalismo pero, paradójicamente, los votantes no miran a los laboristas -ni a ningún partido socialdemócrata europeo- para encontrar la solución. El porqué es un tema para otro artículo, pero el problema inmediato para Miliband es contestar a la pregunta: ¿Para qué existe el partido laborista y la socialdemocracia en el siglo XXI? No son cuestiones o preguntas con respuestas fáciles. En el drama shakespeariano de Ed Miliband, robar la corona de su hermano fue la parte más sencilla, pero el segundo acto, llegar al poder, se dibuja más complicado.