Kirchner, una era de poder
Actualizado:La muerte súbita del ex presidente argentino Néstor Kirchner es mucho más que un suceso luctuoso y una pérdida para su familia, empezando por su esposa, la presidenta Cristina Fernández. Introduce una especie de vacío político-institucional en un país donde su estatus, sin cargo oficial alguno, era unánimemente percibido como el de un insoslayable factor en la marcha del Estado y, singularmente, del profuso y enorme movimiento peronista. Ni siquiera se excluía la posibilidad de que fuera de nuevo candidato, aunque su condición de enfermo cardíaco hacían poco aconsejable tal posibilidad, pero en absoluto estorbaba su calidad de primer consejero oficioso de su esposa, su aliado incondicional en los predios no siempre amenos del partido justicialista y al servicio de la que puso en su día su agenda internacional. La que le permitió, con la aprobación prácticamente general, ser nombrado secretario general de Unasur, la agrupación regional de países lanzada con mucho dinamismo por el Gobierno brasileño hace dos años. Kirchner tuvo un mérito indiscutible: el de remontar las querellas internas del peronismo y, en una carrera llena de obstáculos, durísima, y desde la legalidad de los procedimientos internos del partido hacerse con sus riendas y darle una estabilidad que, visto el desorden nacional y la agitación ambiental reinante tras el fin del menemismo, se tiene hoy por un gran activo. Ganó las elecciones limpiamente y su gestión económica, incluso con el debate mundial que suscitó su visión de cómo renegociar la deuda pública argentina, permitió un fuerte crecimiento y el fin de la pesadilla con el peso. Le faltó tal vez, algo más de sentido nacional, integrador y el reproche que se le puede hacer –dejando aparte todas las versiones circulantes sobre los incrementos patrimoniales de la pareja– es que a la hora de hacer política se atuvo con frecuencia a los viejos hábitos del peronismo de combate y recurrió con frecuencia a la calle, como se vio con la utilización de los tristemente célebres piqueteros en días de agobio. Su desaparición provoca también que la carrera por la presidencia en 2011 y la lucha por el poder sea mucho más abierta, al margen de que Cristina Fernández decida presentarse a la reelección.