MUNDO

El héroe inesperado

Kirchner sacó al país de una de las mayores crisis de su historia y abrió una era de grandes cambios institucionales

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Llegó al Gobierno de Argentina en 2003 con apenas el 22% de los votos. Era casi un desconocido para una mayoría agobiada por una crisis política, económica y social que se arrastraba desde 2001. En poco tiempo, con una acción inagotable, legitimó su poder y lideró una recuperación que sigue vigente. Ahora, muchos analistas, lo destacan como el político de la década. Néstor Kirchner nació en 1950 en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, 2.600 kilómetros al sur de Buenos Aires, y en ese distrito comenzó su carrera política. Fue elegido alcalde de su ciudad natal en 1987 y gobernador de la provincia en 1991, 1995 y 1999.

Su matrimonio con Cristina Fernández, celebrado en 1975, potenció su capacidad política. Los dos militaron en su juventud en el Partido Justicialista y se conocieron en la Facultad de Derecho. Trabajaron en sociedad como abogados durante la dictadura militar (1976-83), tuvieron dos hijos, y se volcaron en la política con una pasión que, en el caso de él, terminó con su vida.

Tras el colapso de 2001, que derivó en la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa, se sucedieron cuatro mandatarios surgidos de la crisis hasta que se llamó a elecciones anticipadas. «Estás loco», le dijo su esposa cuando le confesó su intención de postularse. Para ella, todavía no era su momento, pero él creyó que era en esa coyuntura o en ninguna y se lanzó. Con el Partido Justicialista dividido en tres candidaturas, Kirchner salió segundo en las presidenciales de 2003 tras el ex presidente Carlos Menem (1989-99), que obtuvo 24% de los votos. Pero Menem renunció a la segunda vuelta y Kirchner obtuvo un respaldo masivo. Fue así como asumió la presidencia; sin la legitimidad de origen que da un fuerte respaldo en las urnas y con un país en llamas. En poco tiempo, sumó aliados entre partidos progresistas, sindicatos y organizaciones de derechos humanos que hoy lo lloran como a un hijo. «Le debíamos tanto, él fue el único que nos recibió y atendió nuestros reclamos», decía ayer Tati Almeida, una de las Madres de Plaza de Mayo.

Dos versiones

Por su voluntad, Argentina dio marcha atrás en las leyes y decretos de amnistía que frenaban los juicios a los militares que participaron de la represión durante la dictadura. Las organizaciones humanitarias también agradecieron el proceso transparente de renovación de la Corte Suprema de Justicia que lideró Kirchner. El tribunal era una institución fuertemente desprestigiada por Menem, que había manipulado a la corte y designado a sus integrantes por su cercanía política. En materia económica y social, el crecimiento se consolidó y comenzó a bajar la pobreza, la indigencia y el paro, que habían alcanzado picos sin precedentes durante la crisis.

En 2007, cuando se acercaba el final de su gestión, el país se había recuperado y Kirchner gozaba de gran popularidad. Sin embargo, prefirió no presentarse a la reelección y apoyó la candidatura de su esposa. Durante el gobierno Fernández, más conflictivo y de confrontación con grandes grupos de interés, no ocultó su influencia. Fue la peor versión de Kirchner: pendenciero, voraz frente al poder, caprichoso.

Fue entonces cuando comenzaron a surgir síntomas de decadencia de su poder. Se denunció el enriquecimiento que había logrado la pareja en sus años de gobierno y se develaron casos de corrupción. A pesar de todo, Kirchner fue elegido diputado nacional en 2009 y secretario general de la Unión Sudamericana de Naciones este año, y en las encuestas encabezaba la lista de precandidatos a las elecciones de 2011.