Opinion

Escándalo

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La nueva filtración récord de Wikileaks es un gran triunfo de los derechos humanos y una reivindicación del periodismo. Con documentos oficiales, revela hasta qué punto la guerra de Irak fue de una crueldad increíble y deliberada por parte de los 'cruzados demócratas' (¡!) contra el 'eje del mal'. Hubo, ahí contabilizadas, 66.000 muertes de no combatientes, dos tercios de las 109.000 reseñadas; de esas muertes de civiles, 600 fueron en dependencias policiales, y el Pentágono rechazó con increíble inhumanidad investigar miles de casos de torturas, violaciones y muertes, que ocultó aun a costa de matar a sangre fría a informadores y periodistas, como José Couso.

El relator de la ONU para la tortura ha pedido al Gobierno norteamericano una investigación, que en su día prometió Obama, cuando también reconoció que «el mundo ha cambiado, y nosotros podemos cambiar con él». No puede presentarse como defensor de los derechos humanos un país que se niega a adherirse al Tribunal Penal Internacional. No podremos tener una paz real, justa y duradera con Irak y otros países afectados por la guerra mientras no se juzgue debidamente a los culpables materiales de esas atrocidades y a sus responsables últimos: Bush, Blair y Aznar; en este último caso, que directamente nos afecta, también ha de asumir su responsabilidad la cúpula actual del PP, que votó unánimemente en el Congreso en favor de esa guerra criminal que nos daría -se atrevieron a afirmar- seguridad, democracia y petróleo barato.