Ofensiva socialista
La irrupción de Rubalcaba augura un resto de legislatura con mayor calado político
Actualizado:La remodelación gubernamental llevaba implícito el intento socialista de recuperar imagen tras una larga etapa de decadencia. Y, en efecto, si durante el fin de semana fue Blanco quien marcó la agenda, ayer mismo salían en tromba el primer vicepresidente y el nuevo secretario de organización del PSOE. La intervención principal de Rubalcaba fue en el curso del XIII Congreso Nacional de Empresa Familiar, que concluye hoy en Santander, y el nuevo hombre fuerte del Ejecutivo aprovechó la ocasión para pedir a la patronal el retorno a las negociaciones con los sindicatos y la revitalización del diálogo social, truncado por la huelga general. En una intervención que claramente invadía las competencias de su colega Elena Salgado, Rubalcaba hizo apología de las reformas estructurales pendientes, que deberían ser fruto de acuerdos de Estado capaces de fijar el rumbo en los próximos 25 años tal y como sucedió en la reconversión industrial de los 80, con las medidas para entrar en la UE y, ya en los 90, con los esfuerzos realizados para adoptar el euro. Pero Rubalcaba no se paró en la economía: seductor, hizo referencia al problema creado por la expulsión de los gitanos en Francia, a la necesidad de tomar en cuenta la demografía para reformar las pensiones. El ministro se mostró, pues, en estado puro, como una verdadera fuerza de la naturaleza. Menos vehemente estuvo ayer Marcelino Iglesias en su primera rueda de prensa como número tres del PSOE, pero también entró en cuestiones relevantes: aseguró que los 'barones' cuentan con que Zapatero será candidato en la generales, se mostró en contra de una limitación por ley de mandatos y, sin disimular su alborozo, manifestó que la decisión de Montilla de no reeditar el tripartito ha 'relajado' a los socialistas. El Gobierno y su partido están, en fin, dispuestos a ocupar de nuevo el centro del espacio político, por lo que el PP no tendrá más remedio que ocupar su sitio a codazos. Lo que augura que el resto de la legislatura tendrá mayor calado político que el que se presumía. Una noticia agridulce para Rajoy, que tendrá que arremangarse, y buena para los ciudadanos, que volvemos a ser el codiciado objeto del deseo de una clase política que debe dar lo mejor de sí misma para salir de la crisis.