Opinion

Idos

Sois lo mejor que tenemos, lo que más necesitamos, y a quienes peor y con más menosprecio pagamos

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No pilotáis motos de competición ni coches de carreras. Algunos jugáis al fútbol, al baloncesto o al tenis, pero sólo por entreteneros y para manteneros en forma: no os pagan por ello ni lideráis ninguna competición. Tampoco os postuláis como cobayas para experimentos televisivos a costa de vuestra intimidad, ya sea de manera sistemática o esporádica. Ni habéis optado por enrolaros en las juventudes de ninguna formación política, con miras a ir trepando peldaño a peldaño por el amañado escalafón de la partitocracia imperante. En resumen: no figuráis en ninguno de los campos de actividad donde este país ha decidido concentrar sus energías y a los que presta toda su atención. Dicho mal y pronto: para la mayoría, ni siquiera existís.

Pero ahí estáis. Me encuentro a menudo con vosotros, en talleres, universidades, manifestaciones culturales de todo tipo. También en ese espacio de intercambio universal que hemos dado en denominar internet. Todos me habláis de vuestra desazón, de vuestra falta de perspectivas. De la poca recompensa que os toca por ser como sois: inquietos, cultos, creativos, ambiciosos; todo ello en el mejor y más noble sentido de la palabra.

No os han regalado nada, y menos este país que dice ser el vuestro. Lo que habéis aprendido se lo debéis, muchos de vosotros, al dinero de vuestros padres, que pudo sufragaros la instrucción que el sistema no os ofrecía. Otros, a vuestro heroísmo solitario y a contracorriente, en un entorno escolar degradado, merced a la siniestra combinación del designio de autoridades ineptas y de la desidia de docentes sin arte ni vocación. No vamos a silenciar, sería injusto, lo que podáis deber de vuestro bagaje a los muchos otros docentes que por fortuna siguen creyendo que el suyo es un hermoso oficio al que se debe servir con pasión y entrega. Pero estos caballeros andantes de la enseñanza han de bregar con tantos molinos de viento, con tantos duques necios y soberbios, y con la ingratitud de tantos galeotes, que sin vuestra convicción personal no habrían podido redimiros.

Sois lo mejor que tenemos, lo que más necesitamos, y a quienes peor y con más menosprecio pagamos. Me decís que para huir del mileurismo precario (y de cosas aún peores), debéis emigrar. Estudiáis idiomas, además de la carrera, para poder trabajar en Alemania o Francia o California. Para tener un salario digno y poder poner en valor vuestro conocimiento.

No seré yo quien os lo reproche. Tenéis derecho. No nos debéis nada. Idos. Id a buscar vuestro futuro, aunque tengáis que tomarlo de otros. Dejadnos con los vagos, con los zotes, con los hinchas sedientos de pelota, rueda y circo. Con los que se aturden cada noche con los chismes de cualquiera. Con estos gobernantes que os han vuelto indignamente la espalda.

Idos, en buena hora. Nos lo merecemos.