Pérez Rubalcaba, en la conferencia de apertura del XIII Congreso de la Empresa Familiar. :: EFE
ESPAÑA

Rubalcaba ejerce de hombre fuerte desde el primer día

Insta a los empresarios a que vuelvan al diálogo social y pide a los diputados del PSOE que no se acobarden ante las críticas del PP

MADRID. Actualizado: Guardar
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Sin rodaje y sin concederse unos días para estudiar los papeles, Alfredo Pérez Rubalcaba ejerce de hombre fuerte desde el primer día. Ayer por la mañana, inauguró en Santander el XIII Congreso Nacional de la Empresa Familiar, por la tarde participó en el Congreso en unas jornadas del grupo socialistas sobre leyes educativas, y entre medias insufló ánimos electorales al PSOE. El vicepresidente primero dejó claro que su papel va ser distinto al de María Teresa Fernández de la Vega.

Rubalcaba dio la razón desde el primer día a los que tras su nombramiento dijeron que era el hombre fuerte del Gobierno, el presidente bis o la persona a la que José Luis Rodríguez Zapatero había fiado que la travesía hasta el final de la legislatura sea exitosa. Además de participar el sábado en la reunión de la Moncloa con el jefe del Ejecutivo, el 'lehendakari' Patxi López y el consejero de Interior vasco, Rodolfo Ares, en la que se fijó la estrategia a seguir con ETA y la izquierda 'abertzale', el vicepresidente primero se multiplicó en su primer día laborable de verdad, dado que el jueves fue la jornada protocolaria de la toma de posesión y el viernes se consumió con el Consejo de Ministros y la posterior comparecencia ante los medios informativos.

Mientras sus tareas estaban concentradas en Interior, Rubalcaba se quejaba de que echaba de menos la actividad política a cara descubierta porque la otra, la de las bambalinas, nunca la abandonó. No en vano forma parte de la comisión ejecutiva federal del PSOE, es un fijo de las reuniones de maitines en la Moncloa con el núcleo duro de Zapatero y participa en todas reflexiones sobre decisiones de calado en el Gobierno y en el partido. Pero sus apariciones públicas se limitaban a dar cuenta de operaciones contra ETA, actos con las fuerzas de seguridad o intervenciones parlamentarias ceñidas al ámbito de su cartera.

Rubalcaba sabe además que ahora tiene las espaldas guardadas por Ramón Jáuregui, quien como ministro de la Presidencia se encargará de las arduas cuestiones legislativas, la coordinación de los subsecretarios y tapará los agujeros organizativos que deje. En Interior, asimismo, tiene plena confianza en su mano derecha y secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, quien garantiza la continuidad en el departamento.

Tiene pues manos libres y los terrenos vedados han desaparecido para el número dos del Ejecutivo. Así en la capital cántabra se explayó ante un cónclave de empresarios sobre la crisis y el déficit, la reforma de las pensiones, la laboral y la política de inmigración. Instó además al auditorio patronal a que retome el diálogo social con los sindicatos para que se aborden los cambios en el sistema de pensiones, y avisó que si persiste la incomunicación entre los agentes sociales el Gobierno impondrá la suya. «Siéntense, el Gobierno está mirando», invitó a los empresarios, a los que adelantó que el Ejecutivo está dispuesto a ser «muy flexible» en esa negociación sobre el futuro de las pensiones.

Ánimos

Horas después, en el Congreso, departió en un coloquio sobre leyes educativas con uno de sus antecesores, José María Maravall, y también fijó postura. Invitó a los diputados socialistas a no amilanarse ante las críticas del PP a las leyes de todo tipo porque el tiempo ha demostrado que en materia legislativa la izquierda «innova», la derecha rechaza y luego «asiente». Así ha ocurrido, recordó, con el aborto, el divorcio, normas educativas y sanitarias, y hasta con las reformas laborales, que amenaza con derogar cuando es oposición, pero cuando gobierna se olvida.

En contra de sus deseos, el vicepresidente no pudo participar en la reunión de la comisión ejecutiva del PSOE ya que a las mismas horas estaba en Santander. Pero como si hubiera estado. Uno de los mensajes que salió del encuentro de la dirección socialista fue el de dar por hecha la candidatura del presidente del Gobierno en 2012 para atajar la polémica al respecto. Rubalcaba se anticipó, y antes de que Marcelino Iglesias explicara lo tratado en la reunión, lanzó la consigna de que el PSOE remontará las desfavorables encuestas «con Zapatero como candidato».

El vicepresidente primero expuso de esta manera que piensa estar en todo y que no va a ser un busto parlante los viernes tras el Consejo de Ministros. Un protagonismo político que a buen seguro alimentará las hipótesis de que es el hombre llamado a suceder a Zapatero. Cuando eso suceda, sonreirá y encenderá un puro.