Patricia Guerrero fomenta una dieta saludable en la cafetería. La bollería, en un segundo plano. :: E. L.
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Carne, pescado y zumos destierran las 'chuches'

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Lunes: bocata de filete. Martes: 'nuggets' de pescado. Miércoles: de embutido. Jueves: hamburguesa. Viernes: fruta. El bocadillo del recreo cuesta un euro e incluye zumo o batido. Esta es la oferta semanal de la cafetería del Cornelio Balbo, donde también se sirven tostadas con aceite de oliva y tomate, paté de york... Una carta adaptada al gusto de los adolescentes y que discrimina la bollería industrial y las chucherías: los productos que más daño les hacen y que más demanda tienen. Pero en este centro las tornas han cambiado y buena parte de culpa corresponde a la presencia del ciclo formativo de Nutrición y Dietética, que ha contaminado los buenos hábitos alimenticios a los alumnos de secundaria. Hace un año, la dirección del Cornelio Balbo pidió a la empresa gestora de la cafetería que implantase una dieta sana. «Al principio no me hizo mucha gracia, pero ahora estoy encantada. Nos lo quitan de las manos». Patricia Guerrero ha conseguido sacar adelante este negocio y el del instituto La Caleta prescindiendo de las golosinas. «Sólo tenemos maíz inflado y patatas sin calorías. Las chocolatinas también son nutritivas, con cereales, y bajas en grasas». La bollería sí se mantiene, pero no supera en las preferencias a los bocadillos.

El reciclaje de residuos como papel y pilas que se practica en el centro también es una constante en la cafetería. «Aquí no se tira nada. La bollería se lleva a un centro social, los embutidos que sobran para los animales y el pan para el campo de un amigo nuestro».