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El yacimiento de Doña Blanca ha adquirido una dimensión internacional y es un referente histórico de la actividad fenicia en el Mediterráneo y en el Atlántico. :: LA VOZ
HISTORIA

LA LIGA DE LOS GUARDIANES DE LA HISTORIA

Los mejores rastreadores del pasado de la provincia lo confirman: es un excelente momento para la arqueología

ANA LEÑADOR Y ROCÍO VÁZQUEZ vidayocio@lavozdigital.es
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Todavía se les encienden los ojos cuando recuerdan sus primeras excavaciones. El sudor sobre la frente después de horas trabajando a pleno sol, la falta de medios y recursos -«a veces se te rompía un pico y tenías que poner el dinero de tu propio bolsillo»- y la poca atención que sus proyectos inspiraban en la ciudadanía y entre los políticos. Eran los raros de la Universidad, que preferían forjar su carrera a golpe de piedra y escobilla, ejerciendo el trabajo de campo y no aspirando únicamente el olor de los desvencijados libros de la biblioteca. Su amor por la Historia y su curiosidad por destripar los secretos que escondía la tierra que pisaban les llevó a realizar un periplo por algunos de los yacimientos más importantes del país y algunos extranjeros. Sus ansias de conocimiento les han llevado a Túnez, en busca de los restos de la legendaria Cartago, a Pompeya, a Siria...

Entre proyecto y proyecto tuvieron que sortear todo tipo de obstáculos, desde convencer al político de turno de la necesidad de excavar en un punto a buscar los fondos necesarios para abordar el trabajo. La tenacidad, organización y la infalible ciencia le llevaron a cumplir sus objetivos. «Cuando empezamos a excavar en Baelo Claudia éramos cuatro personas, no teníamos ni luz. Casi tuve que encargarme yo misma de la instalación eléctrica», recuerda Ana Troya, arqueóloga de la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía. A su izquierda, el actual director del Museo de Cádiz, Juan Alonso de la Sierra, asiente con la cabeza. Junto a ellos recuerdan sus inicios en la arqueología Darío Bernal y Alicia Arévalo, profesores de la Universidad de Cádiz, Eduardo Vijande, becario del área de Prehistoria de la UCA y Juan Ramón Ramírez, director de los museos municipales. Es la primera vez que estos grandes expertos en historia y patrimonio se sientan en torno a la misma mesa para abordar las claves de su trabajo, los problemas que se encuentran a diario y, sobre todo, para compartir impresiones acerca del importante patrimonio que alberga la provincia.

Rastreadores del pasado de Cádiz, estos seis especialistas son, además, sus albaceas. Todos coinciden en afirmar que la arqueología gaditana goza de buena salud. No hay lugar a dudas. Son varios y ricos los motivos. Los recientes hallazgos en Cádiz, San Fernando o Chiclana, por ejemplo, que arrojan luz sobre los puntos más oscuros del origen de Gadir. También en la creciente preocupación de los políticos por conservar y valorar como se merece el patrimonio de la provincia, al igual que el cariño y el respeto que inspira esta disciplina en la ciudadanía, muchas veces producto de ese halo romántico que envuelve a los descubrimientos arqueológicos.

El hallazgo del equipo de Vijande en la necrópolis neolítica del campo de hockey de San Fernando es un buen testimonio. Entre las más de ochenta fosas, una de ellas presenta una gran particularidad. Es un enterramiento doble en el que dos cuerpos aparecen abrazados. 'Los enamorados' llevan 6.000 años mirándose a la cara. «Es el abrazo más antiguo», apunta Vijande. «Parece que si no se pone la palabra 'antiguo' no se nos presta atención». Lo que queda claro es que las leyendas provocan ríos de tinta. Igual que la de Pelayo Quintero y la Dama de Cádiz. Toda su vida buscando el sarcófago fenicio y lo tenía bajo su casa. «Esos son posos del siglo XIX», reconoce Juan Alonso de la Sierra. «Está bien que exista en la arqueología ese lado romántico, pero hay que despojarse de costumbres antiguas», corrobora su compañera Ana Troya.

Si todos los expertos coinciden en que la aparición más destacada del pasado siglo fue la de la Dama, la del siglo XXI podría ser la confirmación de que en el solar del Cómico descansa una auténtica ciudad fenicia arcaica. «Según las fuentes, se correspondería con la antigua Gadir», asegura tajante Juan Ramón Ramírez. «No cabe duda que Doña Blanca es un asentamiento muy interesante, pero la tradición oral y la toponimia está en Cádiz». Eso sí, no descarta que a raíz de los recientes hallazgos del Cerro del Castillo, en Chiclana, haya que revisar algunas de las teorías. «Las fuentes históricas dicen, además, que Gadir estaba emplazada en una isla y Doña Blanca nunca fue una isla». La hipótesis de las Islas de Gadeiras cobran aún más fuerza.

Completar la historia

La etiqueta de la trimilenaria, no es la única bendición arqueológica de la provincia. Sus límites guardan grandes joyas patrimoniales, desde los citados yacimientos de la Bahía a la ciudad de Baelo Claudia o Carteia. Aunque los más mediáticos siempre estén relacionados con fenicios y romanos, existen piezas de gran relevancia diseminadas en otros puntos de Cádiz como los dólmenes de Villamartín o las cuevas con pinturas rupestres que pueden verse en Tarifa.

A veces su puesta en valor incrementa la valía que se concede a un descubrimiento. «Baelo Claudia no tuvo ninguna importancia en la Antigüedad, no más que cualquier otra ciudad de la costa, pero se ha conservado bien», apunta Darío Bernal. «Sin duda la gran ciudad de la parte oriental de la provincia es Carteia, pero no consigue arrancar por el entorno en que se ubica». «Lo elementos patrimoniales son más ricos cuanta mayor información aporte al conocimiento histórico de cada periodo», replica Alicia Arévalo. Ambos son los 'soldados' romanos de la Universidad, las 'enciclopedias' de una época, con restos menos controvertidos aunque igual de abundantes que los fenicios.

Cádiz es rica en huellas del pasado, pero no están exentas de dificultades para salir a la luz pública. La falta de coordinación entre administraciones, las largas esperas para recibir fondos o la ausencia de los mismos, los expolios, los intereses urbanísticos y la obligación de obtener prontos resultados se sortean a menudo a base de empeño. Que no de fe. «Hay muchas investigaciones que no están sustentadas en la realidad, sino en suposiciones. Eso demuestra el interés de seguir investigando, porque mucha de los documentos que están escritos, lo están mal. Son agradables e interesantes pero no tienen rigor científico», aduce Bernal.

Y de obstáculos a oportunidades. El amor de estos y otros muchos profesionales por los vestigios de la provincia puede servir de motor económico. Sí, de impulso turístico a unas poblaciones que aspiran a vivir del sector. Nadie dijo que fuera fácil. «La gente no se da cuenta de que la cultura cuesta. No se imaginan el dinero que se necesita para tener abierto el Cómico por ejemplo, pero merece la pena el esfuerzo», sostiene Troya. «Y el dinero que se necesita después para hacer de ese elemento cultural un ente vivo», sigue el director del Museo Provincial. Por ideas que no falten. Juan Ramón Ramírez tiene cofres repletos de ellas. De intentos por dibujar en Cádiz un recorrido 'histórico'. Y es que, como bien apuntan los expertos, «arqueología es ayer». El hoy director de los Museos Municipales, intentó la creación de un museo de la marina en la provincia y sueña con descubrir el Templo de Hércules. «Propuse hacerlo en 20 años y eso para los políticos es mucho», se lamenta. Por esa razón tiene depositadas muchas esperanzas en los planes del Centro de Arqueología Subacuática que, como no, tiene sede en Cádiz.

El Doce se acerca. Y la arqueología también debe subirse a su carro. Para su proyección turística, generación económica y puesta en valor de su cultura. Es el momento de fijar otro hito en la historia. «Estamos en un momento muy bueno porque además de todos los descubrimientos y oportunidades, hay un número creciente de profesionales», arenga Ramírez. Hay cantera. Y no de piedras inmóviles. De amantes del Carbono 14, fósiles, pinceles, de esos que disfrutan, en pleno siglo XXI, constatando lo que fuimos hace milenios. No somos tan diferentes, avisan.