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Opinion

Los morritos de Pajín

ENRIQUE MONTIEL DE ARNÁIZ
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Mira que no es, por sus gestos y expresiones, ni de lejos, santa de mi devoción, pero se han pasado tres pueblos con la pobre Leire. Las desafortunadas declaraciones del alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, han impactado en la opinión pública, más aún si cabe, al producirse contra una feminista convencida y nueva ministra de Igualdad y Sanidad. El mandatario popular aludió a «su carita» y «sus morritos» que le hacían pensar siempre «en lo mismo» a la vez que comentó que en su ministerio iba a regalar condones por doquier. Mal gusto el de don Javier León, en el particular y en el general, pero el problema es de base. Estamos acostumbrándonos a que cualquier persona con cierta relevancia social es apuñalada dialécticamente, en cualquier momento, sin piedad ni perdón. Yo lo llamo el «Síndrome Sálvame Deluxe». Da lo mismo que se hable de la Pantoja que del juez Garzón; cualquier mindundi tiene capacidad y potencia para apuntar en un foro público que la tonadillera es una ladrona o el magistrado un corrupto y, si se le reclama judicialmente por las injurias y calumnias vertidas, pues mejor. Así puede ir a más programas a contar lo que le dé la gana. Trae más cuenta. Paga tres mil y gana treinta mil.

Dado que el pueblo es soberano e inenjuiciable por exigir grandes hermanos y corazones de veranos, nuestro Gobierno tal vez debiera regalar libros a los niños en lugar de ordenadores portátiles que acaban siendo usados por los padres para meterse en el Facebook. Debiéramos pedir a nuestros representantes políticos que fomenten la educación y den ejemplo frente a esta horripilante moda de insultar al prójimo. O, al menos, que lo hagan con arte y calidad intelectual. Los comentarios de sal gruesa, en la intimidad y si se te permiten, sólo. La inmediata marcha atrás de León de la Riva, la disculpa apresurada, no vale sino para redimir el pecado, porque ha estado -uno más, una vez más- por debajo de lo que se requiere a quien ostenta un cargo público que representa a una ciudad antigua como la del Río Pucela. No he escuchado ninguna declaración de Pajín, bien asesorada, ni de Bibiana Aído, degradada al puesto de Secretaria de Estado de Igualdad, como si ella tuviese la culpa de los cinco millones de parados. En cualquier caso, el cambio de cromos ministeriales tiene buena pinta, con personas experimentadas y con carisma -que tienden lazos a Euskadi y Andalucía- en este último intento del PSOE de no perder en cadena los gobiernos locales, autonómicos y el nacional. Curiosamente, ha vuelto a perderse más tiempo en comentar los morritos de Pajín que en analizar el por qué de los cambios y su esencia y finalidad. En eso Zapatero es maestro de reconocido prestigio.