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El presidente dice ahora que sí había decidido la crisis cuando la negó

P. DE LAS HERAS
MADRID.Actualizado:

No lo había pensado. Lo había pensado, pero no decidido. Lo decidió el domingo por la tarde cuando llamó a María Teresa Fernández de la Vega. En realidad, ya lo tenía decidido de antes. Son varias las versiones que José Luis Rodríguez Zapatero ha ofrecido hasta ahora sobre cómo pergeñó su última remodelación del Gobierno. Después de haber defendido que no mintió cuando hace una semana afirmó que su única intención era cambiar al ministro de Trabajo, el jefe del Ejecutivo se despachó ayer con un nuevo relato.

«El domingo pasado, tuve un acto de presentación de candidaturas en Ponferrada y, en ese acto, yo ya sabía lo que iba a pasar esta semana, claro -matizó a los dirigentes reunidos en el Comité Federal del PSOE- les dije a los compañeros que teníamos toda la fuerza, toda la convicción y todas las condiciones para afrontar los dos grandes retos: poner a la economía a funcionar y crear empleo, y estar en condiciones de competir en las elecciones municipales y autonómicas y, luego, en las elecciones generales».

Coló el comentario como si nada, justo después de haber dedicado buena parte de su discurso a loar a quienes han sido destituidos. Unas palabras emocionadas. «Lo necesito porque también cuando se es presidente del Gobierno se necesita expresar sentimientos», llegó a decir.

Zapatero afirmó así que lo «mejor» del cambio de gabinete es el «testimonio de compañerismo y altura de miras que han dado las personas que dejaban el Ejecutivo» y citó de manera especialmente elogiosa a la ex vicepresidenta primera y al ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que de nuevo no pudo reprimir una lágrima. «Curro, te queremos». Pero también a la ex ministra de Agricultura Elena Espinosa y al de Trabajo Celestino Corbacho, aunque en este caso olvidó el nombre de pila.

Lo paradójico es que con el resbalón de cuando pensó en hacer la remodelación del Gobierno echó por tierra las flores a De la Vega. Eso de que «no conozco a nadie que haya trabajado más por el servicio público, día y noche, con coraje y entrega».