Los retrasos amenazan una veintena de proyectos vinculados con el Doce
El Bicentenario debe servir, en teoría, para redibujar la ciudad. ¿Pero está Cádiz en el buen camino?Muy pocos de los grandes proyectos fijados para 2012 ofrecen garantías de que llegarán a tiempo
Actualizado:Hace ya dos años (largos) que el Bicentenario viene ejerciendo de 'estrella invitada' en el calendario institucional de la ciudad. Esté o no justificada, tenga o no tenga sentido, los políticos encajan la referencia cada vez que pueden. Da igual que se trate de la apertura de un nuevo centro de salud o de la inauguración de una muestra de ganchillo. El Doce es el adjunto obligado en las ruedas de prensa, el distintivo imprescindible, el soniquete de fondo. La cita ha sido elegida como fecha tope para vestir de gala proyectos fundamentales y secundarios, con independencia de la relación que guarden con la conmemoración constitucional.
Los 'promotores' machacan la importancia del evento como si fuera un mantra capaz de alejar el espantajo de la desmotivación ciudadana; la receta preventiva con que neutralizar la tibieza menguante de la calle. Porque es cierto que de tanto insistir en el mensaje, de tanto colarlo en el discurso, aunque sea de tacón, hay gente que empieza a hacerse preguntas. Curiosamente, las inquietudes más incisivas no se refieren a la naturaleza del acontecimiento, sino a su resaca. ¿Para qué nos servirá todo esto? ¿Cómo será el día después? ¿Qué quedará en Cádiz cuando la inmensa mayoría de los coches oficiales enfilen la salida, y se lleven, de paso, la chequera, la alfombra roja y los focos?
El juego de los futuribles
La mentalidad del vecino es eminentemente práctica y exige respuestas tangibles. Nada de argumentos abstractos. ¿Será el Doce un revulsivo sólido? ¿La excusa perfecta para relanzar la ciudad, como ocurrió en Sevilla, en Barcelona o, más recientemente, en Zaragoza, (aunque con distintos grados de eficacia y recorrido)? ¿O unos bonitos y carísimos fuegos artificiales?
Uno de enero de 2013. Mientras la Fundación 'Cádiz, la libertad', que ha cogido el relevo del Consorcio (responsable, en teoría, de gestionar el legado de los fastos), se afana por perfilar un programa que le permita «mantener los lazos con Europa e Iberoamérica», según la declaración de intenciones de Luis Pizarro, la ciudad se dispone a 'disfrutar' de los efectos positivos que la repercusión internacional del evento supondrán para el turismo. Los viajeros podrán cruzar por el esperado segundo puente, «una infraestructura fundamental» para José Blanco, el ministro de Fomento que, en agosto de 2010, se comprometió a que La Pepa estaría lista «para 2012», aunque entonces no quiso mojarse sobre si los 82 millones de euros que se invertirían hasta finales de 2011 servirían o no para cortar la cinta en la fecha simbólica del 19 de marzo.
Es posible que los visitantes lleguen, también, en el tranvía, cuyas obras alcanzarán «velocidad de crucero» en 2011, según sus ejecutores, después de que algunos tramos urbanos se estén resistiendo. El metropolitano unirá Chiclana, San Fernando y Cádiz en cuarenta minutos. La otra línea (Jerez-El Puerto Real-Cádiz) no estará terminada en plazo. Los 72 millones de euros que Fomento ha incluido en los Presupuestos Generales del Estado para 2011 sí permitirán, salvo catástrofe, que la Alta Velocidad entre Sevilla y Cádiz sea una realidad.
En el capítulo de futuribles para el 13, los hoteles se llevan la peor parte. El único que tiene papeletas para llegar a tiempo a la gran cita es el Parador Hotel Atlántico, aunque la ampliación queda en ascuas. Las dependencias del Campo de las Balas se harán de rogar. Le sigue Casa del Almirante (avanzado). El de Catedral, la tribuna del Carranza y plaza de Sevilla están muy complicados. Valcárcel se cayó definitiva y estrepitosamente. Están por ver las consecuencias. Una de las críticas sostenidas a la 'intendencia' paralela del Doce es que flaco favor se haría a Cádiz si los visitantes tienen que recurrir masivamente a Jerez, Chiclana o Sevilla para alojarse.
La eterna pregunta de dónde dejar el coche tampoco puede contestarse, a ciencia cierta, a menos de dos años para la línea de meta. De los 'parking', sólo Santa Bárbara, que abrirá en febrero de 2011, tiene garantías absolutas. Ni Plaza Sevilla ni La Hispanidad están encarrilados.
Equipamientos culturales
Los turistas no podrán apreciar el uso de la Casa Pinillos como estancia adjunta al Museo, aunque sí la reforma del Oratorio de San Felipe Neri (el inmueble con más peso histórico de cuantos habían de acudir con buena cara a la efeméride) y del Castillo de San Sebastián, recuperado para Cádiz después de décadas de olvido, tras las complejas maniobras para cuadrar el respeto a la estética del monumento, el polémico uso del muelle y la mejora de los accesos, uno de los déficits que los 'conciertos' de prueba celebrados en las instalaciones pusieron en evidencia.
Más de cultura. Objetivamente es difícil que los depósitos de tabaco estén terminados para convertirse en el gran centro de exposiciones que pretende el Ayuntamiento, aunque desde el Consistorio siguen minimizando las complicaciones que han surgido con Altadis y mantienen que se abrirá. Otra cosa es cómo. Todo apunta a que se hará un rápido lavado de imagen a las instalaciones para salvar el compromiso, y será después de los fastos cuando se culmine el proyecto. La Cárcel Real, nueva Casa de Iberoamérica, estará en marcha.
Con el Museo Litográfico abierto, el del Títere a buen ritmo (las obras se iniciaron en verano) y el de la Tía Norica prácticamente terminado, el que más dudas genera es el del Carnaval. Los arquitectos señalaron en julio que el Doce ya se había convertido en un reto imposible, y el Ayuntamiento se apresuró a remendar el descosido diciendo que será la administración local quien se hará cargo del proyecto. Pero continúa en el aire. El Centro de Arte Contemporáneo, después de años de obras, tendrá listo el envoltorio, aunque habrá que ver si el presupuesto alcanza para la dotación. Desde el Ayuntamiento subrayan que el Pemán, a pesar del precario estado de las reformas, cumplirá.
En definitiva: de los grandes proyectos fijados para el Doce (algunos con un preámbulo de décadas), sólo unos pocos están sobreviviendo a la exhaustiva criba de la realidad, que todavía no entiende de calendarios.