Griñán luce pragmatismo

Pero hay algo más. A Griñán le deben de haber llegado los comentarios de algunos críticos, que se preguntaban el día 21 en la cafetería del Parlamento si el PSOE andaluz no tenía banquillo para suplir la cuota del Ministerio de Igualdad. Miran con suspicacia a Rosa Aguilar, que se jacta de independiente y de no querer afiliarse al PSOE.

Había que minimizar las dos lecturas. Además de dar a conocer rápidamente a la sustituta de Aguilar y elegir a alguien de sobrada solvencia en Obras Públicas como Josefina Cruz, Griñán optó por aliñar de salsa rosa la fuga de su consejera estrella desvelando en público los entresijos de su nombramiento. Primero, para recordar que él fue el primero en seducirla con el proyecto socialista; segundo, para hacer ver que Zapatero cuenta con su opinión; y tercero, para dejar claro que Aguilar va a Madrid como ministra de Andalucía. El PSOE-A no pierde una ministra, Bibiana Aído, sino que Andalucía gana un ministerio con más presupuesto. Griñán sacó su conocido pragmatismo para amoldar lo acontecido. Por ello, lo de denostar la opción de Trabajo, -«para Trabajo no la dejo ir»-, o ignorar la pérdida de Aído. Lo importante es la pela y Andalucía es la de mayor peso agrícola, espacios protegidos y litoral.

Para que no cupiera duda de la importancia de este ministerio y de lo que gana Andalucía, el presidente añadió más salsa, al desvelar que la consejera de Agricultura tenía diferencias y no hilaba bien con la ex ministra del ramo Elena Espinosa. En privado, Griñán hace notar el parecido de los apellidos de las dos gestoras-Aguilar y Aguilera-, como si formaran un tándem, una sociedad con ánimo de levantar la agricultura. El goteo de «pequeños secretos» ha obtenido lo que esperaba, más audiencia que las críticas de la oposición por tanto cambio. Por lo pronto.