LEYES Y MÁS LEYES

Si al ser humano lo hubieran diseñado para la obediencia harían falta menos normas y menos preceptos, pero no es así. Las más duras leyes se ablandan cuando se aplican, ya que hay que ajustarlas a la realidad, que es más respetable aún que ella. Mientras en España algunos tenaces cretinos prohibirán emitir imágenes de fumadores, salvo en la ficción, por ejemplo en la película 'Casablanca', en California se proyecta la legalización de la marihuana. No sé si será más fácil cerrar las fronteras o cerrar los estancos. Hace falta ser hipócritas para seguir enriqueciéndose con la venta de algo que consideran dañino, pero hay que serlo en grado sumo para impedir la imagen del fumador. Van a prohibir no sólo que alguien se fume un pitillo cuando les salga de los pulmones, sino que alguien pueda ser testigo de tan horrible depravación.

Excepcionalmente, y como prueba de suprema tolerancia, se permitirá fumar en psiquiátricos, para que no se vuelvan más locos los clientes, en residencias de ancianos, para que no se les haga más larga la estancia y en las cárceles, para que no se produzcan rebeliones.

Las leyes serían mejores si quienes las promulgan además de tener poder tuvieran talento. Ya sabemos que ninguna puede contentar a todos. Lo dijo Tito Livio, que suena igual que tito Pepe. (Por cierto, el mío, que fumaba mucho y murió muy mayor, don José Alcántara , no tosió nunca. Aspirar y despedir humo le sentó colosal hasta sus últimos días, donde todo sienta mal). Otro problema es legalizar las drogas. Soy partidario. Evitaría la adulteración y el enriquecimiento de los granujas despiadados que trafican con ellas. Lo malo es que si se autoriza su consumo en un país se llena de drogatas. Habría que llegar a un acuerdo global y eso es más difícil que conseguir la unanimidad en una junta de vecinos.