CARTAS AL DIRECTOR

Malas noticias para el pueblo gitano

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Acaban de sonar las campanillas de alerta de la Unión Romaní y con ellas las de toda la comunidad gitana mundial. El correo electrónico no descansa, nuestra centralita telefónica está saturada. Son gitanos de todo el mundo los que se interesan alarmados por la noticia que acaba de saltar desde Bruselas: «La Comisión renunciará a abrir un expediente de infracción por las expulsiones de gitanos rumanos y búlgaros». Y será así porque la comisaria Vivien Reding considera «suficientes» las garantías aportadas por París para modificar su normativa nacional y adaptarse a la legislación de la Unión Europea contenida en la Directiva de 2004 sobre la libre circulación de ciudadanos europeos. Ante esta noticia, la Unión Romaní se ratifica en su voluntad de llevar ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea al Gobierno francés y con él a su presidente, Nicolás Sarkozy, cabeza visible e inspirador de la política persecutoria contra el pueblo gitano. Nosotros queremos manifestar desde aquí nuestro respeto a la Comisaria de Justicia de la Unión Europea. Vivian Reding, desde el primer momento se posicionó junto a nosotros, hizo pública manifestación de su indignación por lo que se estaba haciendo con los gitanos deportados, y amenazó al Gobierno francés con las máximas sanciones. Lo que pasó luego es sabido de todo el mundo. Ella no puede, aunque quiera, llevar a Sarkozy ante los Tribunales. Esa decisión la debe tomar el Colegio de Comisarios. Y el Colegio de Comisarios fue abiertamente amenazado por Nicolás Sarkozy en la cumbre de Bruselas diciendo que si la Comisión le abría un expediente «por discriminación» lo entendería como «una declaración de guerra». ¿Qué se puede esperar de quien se cree en tamaño, intelectual por supuesto, y en genio bélico descendiente directo del Emperador? Gracias a Dios, Francia es un país grande -lo ha sido siempre- y lo seguirá siendo. Sarkozy, por más que se empeñe en garantizarse el voto de los racistas del partido de Le Pen, no podrá con la ciudadanía francesa que sigue siendo fiel a los valores de la Revolución y para quien la libertad, como para el pueblo gitano, es algo mucho más que un eslogan. Nosotros ahora solicitamos más que nunca el apoyo de la sociedad. Todas las fuerzas democráticas deberían prestarnos su ayuda para conseguir que, tras una sentencia justa en Luxemburgo, a ningún otro Gobierno de cualquier país se le pueda ocurrir practicar una razzia como la que están sufriendo miles de seres inocentes que no han cometido más delito que el atravesar unas fronteras para impedir que sus niños y sus ancianos mueran de frío y de hambre.