Mi Chile
Actualizado:Permítanme que proclame mi amor por una Nación, arrostrando los riesgos de la impudicia, aunque casta, inherente a la de una confesión expresada sin ambages en un medio de difusión comprometido como éste. Consciente de que el amor que no se profesa se marchita, quiero así profesar mi amor por Chile. No crean que lo exclamo para incorporarme, como un afluente más al río de elogios a la gesta nacional de haber rescatado de las simas de la ciega tierra a unos obreros, sino para aportar a la valoración de ella, matices que no pueden aportar otros que no conocen Chile con la intensidad que lo conozco yo.
No se puede amar a un pueblo por lo que tiene de conciso, de zoológico. Un pueblo es un efluente predeterminado por la genealogía y una Nación es un acto volitivo que hace que el naturalizado pueda sentirse miembro inseparable de la Nación por sintonía. Así, amar a una Nación comporta el riesgo de amar a un colectivo heteromorfo que ama amar, que quiere votar contigo, a tu estricto lado, aunque su raza no la nutran similares sangres, pensando en tu bien mientras piensa en el suyo. Por los ríos de sangre chilena discurren hematologías, en teoría, disímiles. De sirios, libios, libaneses, españoles, croatas, italianos, sangres antiguas de mapuche altivo, hijas irreductibles de la de Pinche Malongo, azote amerindio de Pedro de Valdivia, que han querido ejercitarse en el sacrificio magnánimo y altruista de configurarse como Nación antes que edificarse en Estado.
No crean que sacar a los mineros del averno no ha supuesto tragarse orgullos y soberbias, rencillas y contiendas, pues ejemplar resulta el que haya sido Codelco, minería nacional de vocación privada, la que financie la epopeya de salvar a los empleados de una competidora. Pero en esos días todo Chile era un solo ingeniero, un solo político y un solo financiero. Son éstos, proyectos sensitivos, tópicos, genitales, solidarios, desde el mérito sacrificado de olvidar en esos momentos la filiación a los partidos. Proyectos rudimentarios, si me apuran, pese al nivel tecnológico nacional demostrado, pues tan sólo ahora se van a cuestionar los marcos jurídicos de tutela de la integridad de los mineros. Pero es que en Chile se constituyó el Partido Comunista en 1929, cuando en Rusia se había creado «ex nihilo» en 1929, signo de inquietud politológica; pero es que en Chile se erradicó tajantemente el analfabetismo en los albores del XIX; pero es que en Chile todos esos mineros viven obsesionados en la educación de sus hijos, a su costa, en los mejores colegios. Una Nación culta, realiza los milagros pese a la imperfección.