Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Artículos

MANIFIESTO PENÚLTIMO

MANUEL ALCÁNTARA
Actualizado:

El fantasma que ahora recorre Europa debe tener, como primera precaución, no pisarle las sábanas a los otros. Hay muchos congéneres que usan el mismo cándido atavío, descontado a los fantasmones que continúan ejerciendo el imprescindible oficio que llamamos diplomacia, del que Víctor Hugo, que no tenía muy buena opinión del gremio, dijo cosas tan inciertas como verdaderas: «Los diplomáticos lo traicionan todo, salvo sus emociones».

El manifiesto de ahora es uno de los más extraños de los últimos tiempos. Logra que hayan quedado antiguos todos los demás: nos pide que todos los pobres del mundo aunemos nuestros esfuerzos para salvar la banca.

¿Qué sería de nosotros si no fuésemos capaces de agruparnos para acudir en socorro de nuestros benefactores? Si el sistema bancario se hunde zozobraría todo. Hay que sacarlo a flote como sea. «En un año y medio pasan muchas cosas», ha dicho el presidente Zapatero, que quizá confunda el tiempo con el espacio. En su dudoso criterio, España experimentará «una fuerte creación de empleo» en el futuro.

Se trata de resistir, pero resistir nunca es vencer, sino perder más tarde. Las actitudes numantinas nunca celebran aniversarios de la victoria. En lo que el poeta llamó «anales diáfanos del viento» se recuerda a los que lo pasaron muy mal o fueron pasados por las armas. Quienes no tenemos mucho tiempo disponible estamos dispuestos a pasarlo mal durante año y medio. La esperanza, que aparte de ser una virtud teologal es una estafadora de mucho cuidado, cada vez nos está exigiendo un plazo mayor. Hay que tener paciencia, aunque no tengamos dinero. Los latinos decían «mientras respiro, espero», pero nos está faltando el aire. A algunos porque fumamos demasiado y a otros porque se tienen que tapar las narices. Son demasiados cuentos, demasiados manifiestos. Y estamos hasta los pulmones.