Muchas se reconocieron en las fotos y constataron los cambios en ocurridos en los últimos años. :: A. J.
PUERTO REAL

Del arado a Internet, en femenino

Las vecinas se reúnen en torno a imágenes del pasado en el centro social de El Marquesado para celebrar su Día Internacional Una muestra recuerda el último medio siglo de las mujeres del campo

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«Esta foto es del primer día que fui al colegio. Yo tenía seis años. Aquí mismo estaba nuestra clase». Isabel Betanzos ha pinchado una nota con un alfiler junto a una imagen en sepia que le traslada décadas atrás. Era otra época, pero su ilusión era la misma con la que los nietos acuden tantos años después a la actual escuela rural.

La colección de imágenes expuestas en el local social de El Marquesado es un verdadero motor de la memoria a la que hace un homenaje durante el Día de la Mujer Rural. También un reflejo de cómo vivieron las mujeres del campo hace tanto tiempo, y cómo lo hacen hoy.

Recuerdos de aquellos días de «ir de blanco y estrenando». Muchas comuniones, mañanas de Corpus y casamientos. «Boda de Carmen. A la izquierda, con su hermano. A la derecha, con su marido», reza otra cartulina. El hombre, siempre presente. «Parece que éramos invisibles» apostilla la primera teniente de alcalde, Ana Mosquera.

El viernes se celebraba el Día Internacional, pero las habitantes de la zona rural puertorrealeña postergaron en una jornada la fiesta preparada junto al Ayuntamiento. No estuvieron solas. Algunos hombres, casi todos veteranos, compartieron merienda, recuerdos y charla.

Bryan e Irene, un matrimonio jubilado, llegaron hace siete años desde Inglaterra a la parte chiclanera de El Marquesado. Perplejo ante las fotos, él acierta a decir: «Reconocemos a bastantes personas. Mira, es la madre de nuestro primer profesor de español, aquí en el campo», le indica a su mujer.

Su esposa tercia: «¿Tú no tienes fotos viejas?». «Lo más parecido son las de la familia de mi madre, cuando en 1930 salieron de viaje», ahonda el marido en el choque para quienes fueron tanto tiempo habitantes de la 'city' londinense, y ahora contemplan estampas de chozas en medio de la nada.

Fuera, el pequeño David y sus amigos recuperan con la ayuda de Carolina y Estela, las monitoras, algunos juegos que hasta hace poco podían considerarse antiguos, pero que con la irrupción de las videoconsolas se han convertido casi en verdaderas piezas de museo.

La primera revolución

Dentro sigue la tertulia distendida, pero ya toca la conferencia. De la sencillez al rigor de un título: «Evolución en la calidad de vida y los derechos de la mujer rural». María Constenla, la experta, se remonta muy atrás para trazar vínculos con la Prehistoria. Asegura que existen muchos estudios «en los que a la mujer se le adjudica la invención de la agricultura», la verdadera primera revolución de la Humanidad.

«Ellas, por su propio cuerpo, conocían de primera mano los ciclos fértiles mientras los hombres se iban a cazar, eran las recolectoras», devela ante las herederas de aquellas primeras trabajadoras del campo.

Para María, basta con darse una vuelta por la exposición para comprobar la evolución. «Hemos pasado de esas imágenes a una mujer que conduce el tractor, que habla por el móvil y que hace negocios a través de Internet».