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Sociedad

«No me gustan las historias de buenos y malos en la Guerra Civil»

Un inglés al que sólo le gustan el arte y las mujeres y Primo de Rivera se encuentran en 'Riña de gatos', la nueva novela del autor catalánEduardo Mendoza Ganador del premio Planeta

I. ESTEBAN
BARCELONA.Actualizado:

Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), ganador de los 601.000 euros con los que está dotado el Premio Planeta, se resiste a desvelar el argumento de su novela, Riña de gatos. Madrid, 1936. «Es difícil mantener la inocencia del lector», se queja, si bien avanza que la obra es de las que le gusta leer y escribir, «una ficción en un marco histórico». Está protagonizada por dos personajes, un inglés «al que solo le interesa el arte y las mujeres», y otro de carácter histórico, José Antonio Primo de Rivera, «un memo según coinciden los historiadores, que fue la columna vertebral de España durante cuarenta años, lo cual es de lo más revelador». La novela se sitúa en la primavera que precedió a la insurrección de Franco en julio de 1936.

-¿Otra novela sobre la Guerra Civil?

-Sí, por suerte parece que ya se está pasando la moda de las sociedades secretas y los templarios. ¿Por qué la Guerra Civil? Es un acontecimiento fundamental para mi generación, que ha determinado nuestra vida, y creo que también la de las siguientes, como demuestra el interés de los jóvenes por esta parte de la historia. Sigo pensando lo mismo sobre la guerra que antes de escribir la novela. Los hechos son muy claros. Pero he leído muchos documentos sobre la época y ahí aparecen los matices. No había dos bandos enfrentados, sino muchísimos, todos importantes, y unos presentían la guerra, otros la querían y algunos la temían y trataron de evitarla, al menos en esos meses antes en los que se desarrolla la novela. La historia de vencedores y vencidos es real, pero ya insuficiente.

-¿Tiene un componente político?

-Se sitúa en una época muy caracterizada por la política, así que la novela tiene que serlo obligatoriamente. Y haber elegido ese tema en vez de otros también puede revelar una tendencia en ese sentido. Lo que no tiene es mensaje político. No es una obra de buenos y malos, al menos eso creo, porque he intentado alejarme del maniqueísmo todo lo que he podido. Quería plantear una serie de decisiones morales al lector, de manera que se enfrentara a ciertas situaciones y tuviera que imaginarse qué hubiera hecho él en aquellas circunstancias.

-¿Qué relación hay entre los dos personajes principales?

-El primero es un inglés despistado, un historiador del arte que desembarca en Madrid para tasar un posible velázquez desconocido. Allí se encuentra con un personaje histórico, que se presenta de una forma confusa y del que se va adivinando su verdadera identidad, José Antonio Primo de Rivera. Es una novela de aventuras clásicas y de aventuras intelectuales, de espías e intrigantes, más que una clásica obra de misterio en la que se trata de averiguar quién mató a quien. En cierto modo me inspiraron aquellas películas de Walt Disney en que los dibujos animados y los actores de carne y hueso cantaban y bailaban juntos. Aquí pasa lo mismo.

-¿Importan más en su novela los personajes que los hechos?

-Yo no creo que la Guerra Civil se produjera por una especie de deriva natural e inevitable. Estalló como la consecuencia de una serie de motivaciones y decisiones personales en un momento determinado. En este sentido, los hechos históricos no se pueden desligar de las personas o de los personajes.

-¿Ha mantenido algo del humor de una parte importante de su producción literaria?

-He procurado no repetirme nunca. Nunca sé hacia donde voy. Hago el viaje sin guía, sin mapas y sin GPS. Mis novelas cambian como yo también lo hago. Hay humor porque los hechos son muy trágicos y en ellos, antes o después, siempre sale el elemento humorístico. Es como si los personajes pensaran: 'Hay que ver las cosas que me están pasando'. Lo terrible y lo ridículo suelen ir a veces juntos, como ejemplificaba Franco. Y a veces nos parece que todo aquello que pasó es más interesante que lo que ocurre ahora. Eso es falso. Yo prefiero el primer día de rebajas de El Corte Inglés a cualquier episodio de la batalla del Ebro.

De Barcelona a Madrid

-¿Por qué ha elegido Madrid como escenario de su obra, cuando usted es uno de los grandes autores de Barcelona?

-Nunca fue mi intención hacer algo así como la gran obra de Barcelona. En esos momentos anteriores a la Guerra Civil, Madrid era el centro de lo que se estaba cociendo. Es una ciudad que me gusta mucho. Me lo he pasado muy bien allí, descubriendo sus claves, sus códigos, sus características generales.

-Usted presentó la novela como La muerte de Acteón, título de un cuadro de Tiziano. ¿Por qué?

-Es una obra que está en la National Gallery de Londres, en la que Acteón descubre a Artemisa, virgen y diosa de la fertilidad al mismo tiempo, bañándose desnuda. Para castigarlo, el convierte ciervo y enfurece a sus perros para que lo devoren. El cuadro no es esencial en el argumento pero sí funciona como un motivo recurrente, como una metáfora de lo que está pasando.

-Es la primera vez que se presenta a un premio.

-No veía ni la necesidad ni la conveniencia. Ganar un premio conlleva muchas responsabilidades y yo soy muy tímido y llevo una vida muy retirada. Pero al mismo tiempo me doy cuenta de que la literatura, en su aspecto social, ha cambiado mucho. Ya no es tanto lo de la biblioteca y la mesa de lectura. La presencia del escritor en conferencias, apariciones y festivales ha adquirido una gran importancia. Estamos ante una literatura más presencial. Además, era el momento de presentarse y ya está.