TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

GIBRALTAR, SOBRE AGUAS TURBULENTAS, SE VA DE FIESTA A LONDRES

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S i uno no quiere, dos no discuten. Cuando no detienen a unos guardias civiles en el Peñón, el alcalde de La Línea amenaza con un peaje que, por cierto, tendría que haberse hecho efectivo el pasado día 12, coincidiendo con la Fiesta Nacional de España. Justo unos días antes de volar a Londres donde mañana se celebra el día de Gibraltar, Peter Caruana, chief minister del ejecutivo de la Roca, agitó las aguas turbulentas de la Bahía exigiendo unas aguas jurisdiccionales para la colonia, un controvertido asunto si se tiene en cuenta que el Tratado de Utrecht de 1713 que fija las posiciones de cada parte en torno al contencioso, tan sólo contemplaba la jurisdicción británica sobre la antigua fortaleza. Tal vez porque en el siglo XVIII no se había acuñado ni desarrollado dicho concepto.

En política, las casualidades no existen. Y si existen, son algo más que casualidades. Así ocurre con la amenaza de tocata y fuga de Peter Caruana del Foro Tripartito que cada cierto tiempo reúne a los Gobiernos de España, Reino Unido y Gibraltar. Ese formato, en el que las autoridades de la Roca están presentes por sí mismas y no bajo el paraguas diplomático del Foreign Office, se creó en su día para resolver asuntos domésticos al margen del pleito por la soberanía. El ministro principal del Peñón ha amenazado con romper la baraja, tras el incidente ocurrido el 28 de septiembre entre la Royal Gibraltar Police y la Guardia Civil.

Todo ello ocurre meses antes de las próximas elecciones legislativas en Gibraltar, en donde Caruana no las tiene todas consigo, y en vísperas del Día de Gibraltar en Londres, que tendrá lugar entre hoy y mañana y que no hay que confundir con el Día Nacional que los gibraltareños celebran cada mes de septiembre. Esta bandera reivindicativa ayudará, sin duda, a calentar los ánimos de los asistentes a dicho festejo en torno a la figura del chief minister. Durante más de 36 horas, el festorio yanito en la City alcanza su undécima edición y no sólo se trata de una acción testimonial sino de un escaparate en torno a las potencialidades de la Roca, que a pesar de lo que han repetido los medios españoles durante los últimos días, siguen siendo potentes en relación a su centro off-shore, que en el mercado interno de Gran Bretaña compite, por ejemplo, con los de las islas del Canal de la Mancha.

Nada laicos, la celebración calpense comienza hoy con una misa de acción de gracias en la Iglesia de Our Immaculate Lady of Victories en Clapham, con la intervención de un tenor paisano Philip Gorge, las banderas del Royal Gibraltar Regiment y oficiada por el obispo local Ralph Heskett. Pero el día D será mañana, cuando el ministro principal presida en Drapper´s Hall una recepción con almuerzo incluido a la que han anunciado su asistencia más de trescientos profesionales del sector financiero. Por la tarde, en Guildhall, serán más de mil los invitados a una fiesta amenizada por varias bandas de tambores paisanos y gaitas escocesas, en una velada en la que más de uno echará de menos seguramente las canciones de Albert Hammond o las del grupo Taxi.

De entrada, Alderman Nick Anstee, alcalde de Londres, ya les ha dado la bienvenida en forma de cántico al neoliberalismo de los paraísos fiscales: «En estos tiempos inciertos, una cosa permanece firme: Gibraltar. Y no estoy hablando de geología. Estoy hablando del pueblo de Gibraltar, su historia de entrega, de emprendimiento, de innovación y brillo. Es por eso por lo que Gibraltar es tan atractivo, no sólo para los turistas sino para los empresarios que encuentran en Gibraltar una oportunidad y un denominador común de la prosperidad que necesita el mundo. En nuestro comercio globalizado, Gibraltar es un joya de la que nos sentimos justamente orgullosos en la ciudad de Londres».

¿Qué quiere vender Caruana en Londres? La reforma constitucional que ha sellado sus vínculos con el Reino Unido, la estrecha relación con el ministerio de Defensa, la amistad y afinidad entre los pueblos y también sus vínculos económicos. Pero el telón de fondo, girará en torno al órdago de Caruana contestado desde distintas instancias patrias con el ya clásico grito de «Gibraltar español». El PP aprovecha la vez, lejos de respaldar al Palacio de Santa Cruz, para sacar de paseo al espantajo de la debilidad internacional de ZP y zaherir el foro tripartito con el que no están de acuerdo porque permite a Gibraltar tener una presencia de igual a igual con los representantes del Reino Unido y de España. ¿Alguien cree que puede haber acuerdo de soberanía sin la aquiescencia del pueblo gibraltareño? Otra cosa sería que los representantes campogibraltareños, como otros vecinos interesados en asuntos cotidianos, también tuvieran cancha en dicho escenario diplomático, tal y como preveía el acuerdo de Bruselas de 1984.

España debe haber intentado cerrar algunas heridas derivadas del célebre incidente de finales de septiembre. De otra forma, nadie podría explicarse por qué se entregó a las autoridades del Peñón Raúl Tabares, el sanroqueño que se dio a la fuga y provocó el encontronazo entre guardias civiles y bobbies. Para Caruana, dicho pretexto le ha permitido reformular la reclamación de aguas propias, aceptadas de hecho pero no consolidadas de derecho. Es posible que si Gibraltar o el Reino Unido llevaran el caso de las aguas jurisdiccionales a un tribunal internacional, lo ganaran. Otra cosa es que puedan o que quieran hacerlo. De entrada, un portavoz del ministerio británico de Asuntos Exteriores, que titula William Hague, ha descartado que la Royal Navy vaya a reforzar la vigilancia de la policía gibraltareña, tal y como reclamó Caruana por escrito. Y en la capital británica se sigue trabajando de firme por la celebración de una nueva reunión del foro tripartito, posiblemente en diciembre. Hagan sus apuestas.