LITERATURA

Eduardo Mendoza gana el Planeta

Carmen Amoraga logra ser finalista con una novela sobre una madre cuya hija sufre un accidente y entra en coma

BARCELONA Actualizado: Guardar
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«Los escritores tenemos nuestro tiempo, como los futbolistas. Mi temporada ya pasó». En su última visita a Cádiz, Eduardo Mendoza regaló esta perla de titular a LA VOZ. La entrevista estuvo sembrada de declaraciones afiladas que retrataban a un creador algo cansado, quizá de vuelta, que no se mordía la lengua a la hora de proclamar que, literariamente, el cuerpo le pedía ya poco. «La que me pide es la cuenta corriente, que va adelgazando», dijo. Ahora, con el Planeta 2010 en las manos logrado por ‘Riña de gatos. Madrid 1936’, sus confesiones de entonces cobran un matiz distinto. El premio con mayor dotación de las letras españolas (601.000 euros) no sólo aliviará de por vida su economía doméstica, sino que ofrece a sus lectores la posibilidad de reencontrarse con un autor que, incluso en sus trabajos menores, garantiza un listón mínimo que ya querrían para sí muchos de los ganadores anteriores. Algún que otro año, el currículum académico del ganador no ha sido acicate suficiente como para responder a las expectativas editoriales de un galardón que lleva colocados más de 40.0000 millones de ejemplares. Por contra, la nómina del Planeta cuenta con dos Premios Nobel y varios Nacionales de Narrativa, el más reciente Juan José Millás.

Sobre la novela que le ha valido a Mendoza el Planeta de este año se sabe, por ahora, que cuenta las peripecias de un joven inglés, experto en pintura española, que en la primavera de 1936 viaja a Madrid para tasar un posible Velázquez desconocido. Justo en los preámbulos de la Guerra Civil. Queda por ver con qué herramientas se ha enfrentado el autor de ‘La ciudad de los prodigios’ a un género al que considera ‘acabado’. «No es que crea que la novela ha muerto, es que puedo demostrarlo», dijo también durante aquella visita a Cádiz. Y recalcó: «Uno siempre piensa que todavía puede escribir algo más, no sé si algo mejor, porque hay un momento para todo en la vida».

Los rumores del certamen

En la tradicional cena que sirve para hacer público el dictamen del jurado, al margen de que Mendoza ya se apuntaba como ganador desde primera hora de la mañana, también se confirmó el puesto de finalista para Carmen Amoraga, que había firmado como ‘Lord Jim’ un original que recoge la historia de una mujer cuya hija ha sufrido un accidente automovilístico y está en coma. La protagonista recuerda el pasado y las tormentosas relaciones que mantuvo con la joven.

Amoraga, una casi desconocida para el gran público, que ganó el Ateneo Joven de Sevilla en 1997 (’Para que nada se pierda’) y fue finalista del Nadal diez años más tarde (’Algo tan parecido al amor’), es licenciada en Ciencias de la Información y ejerce de columnista habitual en el periódico ‘Levante EMV’, y asidua contertulia en programas de Punto Radio, Radio 9 y Canal 9.

La pareja responde al prototipo de tándem por el que suele apostar la casa, siempre en diversas variables: hombre y mujer, veterano y joven, conocido y promesa. Además, ambos pertenecen al entorno de la editorial, aunque militen en sellos distintos.

A Eduardo Mendoza le tocará, pues, ejercer de firma de relumbrón. Hijo de un fiscal y una ama de casa, después de licenciarse en Derecho en 1965, viajó por Europa y al año siguiente consiguió una beca en Londres. A su regreso en 1967 ejerció la abogacía, que abandona en 1973 para marcharse a Nueva York como traductor de la ONU.

En 1975 apareció su primera novela, ‘La verdad del caso Savolta’. Su título original era ‘Los soldados de Cataluña’, pero los problemas con la censura franquista le obligó a cambiarlo. Esta ópera prima,lo lanza a la la fama. Apenas unos meses después de su publicación muere Franco y al año siguiente ‘La verdad sobre el caso Savolta’ gana el Premio de la Crítica.

‘El misterio de la cripta embrujada’, una parodia con momentos hilarantes que mezcla rasgos de la novela negra con la gótica, marca el comienzo de una trilogía protagonizada por un personaje peculiar, una suerte de detective encerrado en un manicomio, de nombre desconocido. En 1983 Mendoza regresa a Barcelona, pero sigue ganándose la vida haciendo traducción simultánea en organismos internacionales. En 1986 publica ‘La ciudad de los prodigios’, considerada por la crítica como su obra cumbre.