El Rey y el presidente del Gobierno conversan con semblantes serios tras la parada militar. :: EFE
ESPAÑA

El Rey censura los abucheos a Zapatero en los actos «solemnes» de la Fiesta Nacional

Don Juan Carlos reclama «cuidar y aupar» el 12 de Octubre ante los gritos contra el presidente

MADRID. Actualizado: Guardar
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El Rey y el Príncipe de Asturias aprovecharon las conversaciones informales durante la recepción en el Palacio Real con motivo de la Fiesta Nacional para lamentar y reprochar los reiterados abucheos, pitidos y lemas contra el presidente del Gobierno lanzados por algunos sectores del público en el desfile militar que durante casi dos horas recorrió el Paseo de la Castellana de Madrid.

El jefe del Estado y su heredero, que nunca habían comentado estos incidentes pese a que se han repetido cada 12 de octubre desde 2005, dieron ayer el paso porque cuando con mayor nitidez y potencia se oyeron los pitos y los gritos de «fuera, fuera» y «Zapatero dimisión» fue durante el solemne homenaje a los militares caídos por España. Era el momento más emotivo del desfile, con Don Juan Carlos cuadrado ante la bandera y con medio centenar de familiares de los fallecidos con lágrimas en los ojos.

El monarca insistió ante los invitados a la recepción, en clara referencia a lo ocurrido poco antes, en la necesidad de «cuidar y aupar» la Fiesta Nacional. Don Felipe fue aún más explícito cuando, en otra conversación, lamentó los abucheos y descalificaciones por recurrentes y porque es una falta de respeto por los «momentos solemnes».

Aunque José Luis Rodríguez Zapatero, blanco de todas las protestas, quiso restar importancia a los abucheos (dijo que «son lo de siempre y forman parte del guión»), miembros del Gobierno y del PSOE calificaron con dureza el hecho de que las protestas no respetasen el recuerdo a los siete militares y un traductor muertos este año en Afganistán y Haití. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, lo consideró «insólito»; el titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo que era una «lamentable» falta de respeto por las instituciones, los fallecidos y sus familias; y el portavoz de Defensa del PSOE, Antonio Cuadrado, describió lo ocurrido como fruto de «una actitud miserable» y de «baja catadura moral» porque quienes abucheaban «han aprovechado el silencio del homenaje a los caídos por España para arreciar en sus griteríos».

El líder del PP, Mariano Rajoy, también presente en la recepción, prefirió no pronunciarse sobre los incidentes mientras que la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, según contó su homólogo cántabro, Miguel Ángel Revilla, justificó lo ocurrido con una invocación a la libertad de expresión.

Operación de censura

El único cargo popular que hizo declaraciones públicas fue el portavoz en la Asamblea de Madrid, David Pérez, que destacó que el Gobierno, pese a tomar medidas en la organización del desfile «para proteger a Zapatero de ser abucheado, no lo ha conseguido». Se refería a la mayor distancia entre la tribuna de autoridades y la zona de público que en otras ocasiones, al menor tamaño del recinto acotado, a la ausencia de pantallas gigantes de televisión o a la llegada discreta del jefe del Ejecutivo sin ser anunciado por megafonía y por la parte posterior de la tribuna. Pérez denunció que fue «una gran operación de censura» para «salvar la cara a Zapatero» que «recuerda a los países comunistas de la peor especie».

Los abucheos y exigencias de dimisión, procedentes de sectores del público ubicado en los puntos más próximos a las tribunas de autoridades e invitados, comenzaron sobre las 10.00 horas, media hora antes del inicio del desfile, y, con interrupciones, se sucedieron a lo largo de buena parte del acto, incluido al final, cuando ya habían desfilado los 3.000 militares que participaron en la parada castrense y el Gobierno y las altas autoridades del Estado despedían a la Familia Real, que abandonó la Castellana en dirección al Palacio Real escoltada por una guardia a caballo. Los pitidos y gritos no solo deslucieron el homenaje a los caídos sino que incluso se oyeron durante parte de la ejecución del himno nacional y a la llegada de la bandera española, descolgada del cielo por dos paracaidistas.

«Extrema derecha»

El origen de la protesta desató una nueva polémica. Fuentes de Defensa atribuyeron los incidentes a «pequeños grupos organizados» convocados a través de móvil, Facebook y Twitter, y ubicados en «puntos localizados y concretos del recinto». Cuadrado y Rubalcaba apuntaron a «grupos radicales de extrema derecha», mientras que las Juventudes Socialistas de Madrid señalaron directamente a las Nuevas Generaciones del PP, que, según los cachorros del PSOE, convocaron la protesta por Twitter.

Un mensaje de las Nuevas Generaciones del PP transmitido la víspera a través de esta red social decía: «Mañana, nuestros followers @Marea_Naranja abuchearan a ZParo. Os invitan a que les acompañéis. 7:24 PM Oct 11th vía TweetDeck». Las Juventudes Socialistas exigieron a sus homólogos populares y al propio PP que «pida disculpas a los familiares de los homenajeados por enturbiar este acto».

El grado de polémica por los incidentes durante el desfile de este año fue tan intenso que dejó en el olvido otra serie de asuntos que podrían haber sido polémicos, por ejemplo, la presencia del presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla, por primera vez en tres años en la tribuna -un gesto que ha desatado las iras de sus socios de gobierno-; el rifirrafe sobre la deuda de Madrid mantenido entre el alcalde Alberto Ruiz Gallardón y Zapatero a pie de Castellana; o la reducción de la duración del desfile y del número de militares y unidades que participaron para reducir los costes ante la crisis económica.