Enfermos últimos
Actualizado: GuardarEllos no saben que yo lo sé, que me estoy muriendo y ya sólo es cuestión de corto tiempo. Ellos no saben que yo lo sé, que cuando no les miro se miran a los ojos con pesar y miedo, haciendo gestos y aspavientos. Ellos no saben que yo lo sé, cuando salen de la habitación hacia el pasillo y lloran por mí, por no querer mi pronta ida, y vuelven con los ojos húmedos y enrojecidos hablándome sin hablar, decires sin decir, mientras yo, enmudecida, me siento esclava en esta dichosa cama con barras de acero.
Ellos, mi familia, no saben que yo lo sé, que el médico me miente continuamente, cual mal actor que no sabe engañar al espectador; y yo espero a la única verdad en la que creo, que me la dice el alma, fiel reflejo de este cansado cuerpo. Ellos no saben que yo lo sé, que fui demasiado egoísta y orgullosa a veces, que no supe pedir perdón, ni ser nunca culpable de mis pecados. Y ahora pienso que me falta tiempo, ahora sé que no me queda voz ni eco. Ellos no saben que yo lo sé, que cuando me besan en la mejilla y en las arrugadas manos no es un gesto de ánimo, sino una despedida puede que definitiva. Ellos no saben que yo lo sé, que ya soy más sombra que cuerpo, más ceniza que esqueleto, deseando ser aire libre que me aleje de esta dolorosa condena en la que yace esta vieja.
Ellos no saben que yo sí lo sé, que estas estampas de santos y Cristos son para rezar por mi sendero, andar hacia esa orilla de luz y sombra. Ellos no saben que yo lo sé, que no deben llorarme, pues por ellos lloraré por entre la oscuridad al verlos, y ya entonces no podré abrazarles ni consolar su desconsuelo. Ellos no saben que yo lo sé, que veo a mis seres queridos muertos, que vienen a buscarme para no hacerme sentir sola y no temer al miedo. Ellos no saben que yo lo sé, que me llevo mucho amor de ellos, tanto. que no creo merecerlo.