El piloto japonés de Sauber se dirige a su coche antes de la fase de clasificación. :: AFP
Deportes/Motor

Los mandobles del samurai

El japonés Kobayashi se jugó el físico en cinco adelantamientos consumados que hicieron vibrar al público nipón

SUZUKA (JAPÓN). Actualizado: Guardar
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Fue como una llamada a los ancestros del país. Los japoneses se lo pasaron en grande -a su manera siempre tibia, serena, controlada- con el recital de su compatriota Kamui Kobayashi, reencarnado en el último samurai.

Gritaba la grada con aliento tenue, sin forzar el volumen de los decibelios. Los nipones no suelen llamar la atención. Expresan su vida en voz baja, siempre al borde de la educada genuflexión y una extrema cortesía. Suzuka concitó una elevada afluencia de paisanos, si bien había calvas en los tendidos que delatan la crisis a nivel mundial y a la que la Fórmula 1 no adapta sus precios. Kobayashi fue el otro protagonista de la carrera. Desde luego, el que convocó al espectáculo mientras el escalafón dominante jugaba con la calculadora. Lo hizo de cine el japonés, cinco adelantamientos consumados, y la mayoría en el esquinazo que convirtió en el jardín de su casa ayer, la curva 11, de nombre Hairpin.

Sobrepasó a Sutil, Alguersuari, Heidfeld, Rosberg y Barrichello con un arrojo que fue celebrado en la grada y también en cualquier punto del circuito, ya fuesen los garajes de otros equipos o la sala de prensa.

Lo hizo a la manera kamikaze, lanzándose con todo su alma por el interior de la curva (solo a Alguersuari le superó por fuera) y jugándose el bigote en cada giro de izquierdas. Con el español llegó a tocarse y con su nuevo compañero (Nick Heidfeld, el sustituto de Pedro de la Rosa) no tuvo la más mínima compasión. «Es la segunda vez que colocamos los dos coches en los puntos y me siento feliz por ello -dijo el japonés después de la carrera-. A nivel personal, fue especialmente excitante regresar aquí después de siete años sin aparecer delante de mi público. Realmente quiero agradecer el trabajo de mi equipo y el apoyo de mis seguidores». «En la salida vi que los accidentes tenían lugar delante de mí y tuve mucha suerte de no acabar en ninguno de ellos -aseguró-. Luego no fue fácil ninguno de los adelantamientos. Tuve miedo de que el coche quedase dañado, pero no fue nada grave y pude terminar la carrera», añadió.

Kobayashi ocupó carteles estelares como la sensación en el final de la pasada temporada. Fue el recambio de Glock en Toyota en la penúltima carrera (Brasil) y ya se quedó después de un más que estimable undécimo puesto. Corrió después en Abu Dhabi, acabó sexto, y su nombre quedó patentado para la F-1. Siempre tutelado por Toyota y su programa de jóvenes pilotos, Kobayashi (24 años) ha sumado 27 puntos en Sauber. Su mejor actuación no fue ayer, sino el sexto puesto y los ocho puntos que extrajo del circuito de Silverstone.